Maresía

Ago 27, 2018

Fotografía: Carlos Baeza Ortega

Sirena. Nombre femenino del sueño

Luis Tovar, Diccionario del mar

“I have just realized that the stakes are myself”, escribió Diane di Prima en el poema “Revolutionary Letter #1”. Hace algún tiempo también comprendí que la apuesta soy yo misma y que mi habitación propia es la botadura de mis sueños, un echar a andar al mar. Desde aquel momento intento conocer, año tras año, islas. La búsqueda del mar –el viaje– es el deseo por lo desconocido, una añoranza de cura, de olvidos y porvenir, la inmensidad de nuestra Ítaca, y es derecho ser nuestro capitán. Hay a quienes les han coartado ese sueño.

Tres mujeres que he conocido o han pertenecido a mi círculo cercano han sido asesinadas en los últimos años: la poeta Alí Cuevas Castrejón, la antropóloga Nadia Vera y, en días recientes, la compositora y cantante María Matus. Nunca imaginé que mi entorno fuera tan vulnerable. Desde luego, los índices de criminalidad globales lo potencian, pero en los tres casos el género ha sido detonante. Se trata de tres feminicidios motivados por el odio y el desprecio al ejercicio de la libertad que todo ser humano guarda: la libertad de goce y sexualidad, de pensamiento y expresión, de libre tránsito y seguridad; un desprecio por la vida, porque la lógica y economía de la violencia también es capitalista. Es notorio que estas mujeres brillaron frente a esa violencia que nos relegó a la oscuridad de “guardar la casa y cerrar la boca”, a cumplir estereotipos con base en decisiones que en el nombre del Padre se consideran vitales para el mantenimiento de arquetípicas estructuras morales.

La narrativa popular ha impuesto sobre minorías –hoy mayoritarias– autocensuras y estéticas atemorizantes y decadentes, acaso porque rechazan lo diferente, lo íntimo, pero un mundo debe ser construido donde quepan y se iluminen todos los mundos, donde todas las voces canten, sin escarnio, con sinergia. La concentración del poder se centra en una relación exterior-interior, público-privado, dicotomías que desde el arte han perpetuado la percepción sobre nuestros cuerpos y la relación con la naturaleza.

Por lo expuesto, quiero hablar de Mar, como decidió llamarse María Matus, Maritrini. Ella descubrió en el jazz un camino hacia la libertad; así lo contó en una entrevista para Rock101 el pasado 16 de julio. Exalumna de la cantante Iraida Noriega, estudió la carrera de composición clásica y canto; tras búsquedas creativas, comenzó en 2016 su proyecto solista Marmaid, un juego nominal para fusionar su nombre con la palabra sirena, en inglés (mermaid). Como esos seres mitológicos, poseía un canto seductor, consciente de los claroscuros, sí, pero también de su papel conductor dentro de una orquesta, porque las sirenas cautivan, incitan, aunque también saben llevar. La historia de la iconografía de la sirena lo expone: de ahí su asociación con el agua oculta, los hechizos, su belleza dual. Marmaid partió de esa fantasía para hablar de los desdoblamientos, los sentimientos oscuros y luminosos, lo humano y sobrenatural, lo carnal y etéreo, como retrata su canción “Ultraviolent”, segundo sencillo y corte del que sería su primer disco Saagar, y en el que nos relata su metamorfosis.

Mar llevó sus referencias del jazz hacia el electropop, quizá motivada por la música de una de sus cantantes preferidas, Amy Winehouse, y un rasgo común con otros jóvenes músicos mexicanos reunidos en torno al soul, hip hop y R&B: el colectivo Mexotic-City, del que surge uno de los colaboradores para Saagar, el guitarrista y cantante Iván de la Rioja, quien realizó la preproducción y el beat para el tema “Siento”, con samplers de la trompeta de Miles Davis en “Nature Boy”. Saagar también contó con la colaboración de DJ Zombra en las mezclas de los temas, mientras que Rafael Durand en la masterización.

“Me gusta ser free” es una de las frases con las que Mar explicó abiertamente
–también para Rock101– que una de las herramientas del jazz que ocupaba para componer partía de la modulación de su voz y no de seguir la estructura tradicional de apertura-coro-verso-puente. La canción que mejor lo ejemplifica es probablemente “Noche”, que sería su tercer sencillo pues Mar, a su manera, se inspiró en la melodía de “Round Midnight”, de Thelonious Monk, uno de sus jazzistas favoritos.

Saagar significa mar en sánscrito (सागर). El mar que Marmaid compuso y coprodujo a contracorriente consta de ocho temas: “Intro”, “Perdí las flores”, “Moonlight”, “Noche”, “Siento”, “Ultraviolent”, “Human state” y “Tu piel”, como indica su página oficial. Roy Estrada, amigo de Mar y baterista, cree que tal vez cambie este orden en la versión que se maquilará y distribuirá en plataformas musicales, y que tanto él como Rocío Asaf y DJ Zombra están trabajando para lanzar lo más pronto posible, como a Mar le hubiera gustado. En el canal de YouTube y en el FB de Mar es posible escuchar los dos sencillos que lanzó en enero y julio, respectivamente, y recibir pronto noticias de Saagar, que este 25 de agosto fue recordado en un concierto homenaje en la Biblioteca Vasconcelos.

En términos generales, el disco es un acuoso y crudo electrobeat que coquetea con el neosoul, con letras taciturnas y precisas, escritas tanto en español como en inglés. Fue la primera entrega de quien fuera una talentosa compositora, cantante y productora mexicana, y es el manifiesto de una persona que respetaba la naturaleza y buscaba convivir con ella. ¿No es ese un camino certero para restaurar la confianza en la vida y nuestro derecho a habitar este planeta? Un camino que urge: “la necesidad de encontrar nuevas formas / de vivir / nuevas / formas de convivencia / de detener el distanciamiento entre nosotros / superar / el pensamiento patriarcal / las estructuras autoritarias / y la frialdad / humana / no unión / la necesidad / de desarrollar una cultura”, en palabras de John Cage, en “Overpopulation and Art: A Mesostic Poem”.

Como escribió Tere Estrada para sus Sirenas al ataque: “Sirenas sagaces cambian de piel, renuevan su hábitat”. Nombremos todas las veces necesarias el mar de Marmaid, sin permitir que la corriente del miedo engulla nuestra soledad-común: nuestra empatía y bondad.

 Dedicado a María Trinidad Matus Tenorio (1996-2018)

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