Mara Fernanda Castilla Miranda dejó Xalapa, Veracruz -su ciudad natal- para irse a estudiar a la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. El pasado 8 de septiembre fue víctima de la violencia machista y misógina que inunda este país, y que terminó por arrancar sus sueños de ser licenciada en Ciencias Políticas.
Ese día, Mara salió a bailar con sus amigas y amigos a un bar de Cholula, Puebla y a las cinco de la mañana, con la intención de llegar segura a su casa, pidió un taxi a través de aplicación Cabify, a pesar de que el auto llegó al destino, Mara nunca descendió del vehículo.
Mara compartió la información de su viaje con su hermana, lo que le permitió que su familia diera parte de su desaparición tan sólo unas horas después de su ausencia; aunque esto no derivó en una búsqueda inmediata pese a que la empresa cuenta con la georeferencia de sus conductores.
Una semana después de la denuncia de su desaparición, la Fiscalía General del estado de Puebla (FGEP) dio a conocer que había localizado el cuerpo sin vida de Mara. Según su versión, el chofer de Cabify, Ricardo Alexis, la llevó al Motel del Sur, en donde abusó sexualmente de ella y la asesinó, para después abandonar el cuerpo envuelto en una sábana en una barranca en la localidad de Xonacatepec, Tlaxcala.
El feminicidio de Mara, no es un hecho aislado, forma parte de un problema estructural que prevalece en el país y ante el cual las autoridades permanecen omisas e incompetentes.
En los estados de Puebla y Tlaxcala la desaparición y trata de mujeres está vinculada y es escalofriante. Con el crimen de Mara se cuentan ya 83 casos de feminicidiio y 249 de desaparición en el estado de Puebla.
Mientras que en Tlaxcala las organizaciones Colectivo Mujer y Utopía y la Red Retoño, junto a Justicia Pro Persona y el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, el pasado 13 de agosto solicitaron una segunda Declaratoria de Alerta de Género para ese estado, ante el clima de violencia que se vive en la entidad. La primera solicitud fue rechazada en agosto de 2016.
La desaparición de Mara volvió viral en redes sociales un reclamo de apoyo para encontrarla, sus padres temían que fuera víctima de trata, denunciaron que la Fiscalía no pidió el registro de llamadas y no se había investigado suficientemente al chófer.
Cuando el cuerpo de Mara fue encontrado sin vida, la indignación encendió las redes sociales. El hashtag #MaraCastillo y #NiUnaMas inundaron Twitter y grupos feministas de todo el país llamaron a una marcha contra los feminicidios.
Miles de personas salieron a las calles de varias ciudades del país, como Puebla, Guadalajara, Xalapa, Campeche, Cancún y la Ciudad de México a marchar bajo la consigna #JusticiaParaMara este domingo 17 de septiembre.
CIUDAD DE MÉXICO, RETRATO PERFECTO DE LA VIOLENCIA
Para las mujeres y feministas que viven y transitan en la Ciudad de México, el punto de reunión era el Zócalo capitalino, que para medio día (hora en la que estaba citada la manifestación), estaba ocupado ya por simpatizantes del gobierno local que presentaba su quinto informe de gobierno.
Entre chiflidos de piropos y gritos de acoso de quienes se habían apropiado de la plaza, una hilera de mujeres tomó su camino para manifestarse contra la violencia feminicida que inunda el país.
Mujeres vestidas de negro y lila avanzaron por la calle cinco de mayo, gritando consignas contra el odio machista, algunas de ellas sosteniendo pancartas con historias de acoso, impunidad y de búsquedas sin respuesta, como la de Lesli García, quien desde 2009 busca a su madre desaparecida.
También, muchas mujeres marcharon con mensajes de amor y muestras de sororidad, como el colectivo Fuentes Rojas, que cada domingo se reune a bordar por la paz y la memoria, y hoy llevaba a Mara bordada en el pecho.
Algunas de ellas marcharon por indignación, como Paula, quien salió a las calles por saber que «no estamos seguras en ninguna parte». Ella espera que a partir de esta movilización se genere conciencia de que no sólo el estado garantiza nuestra seguridad, pues más allá de ello, el problema tiene su raíz en el machismo arraigado en la cultura mexicana:
«El caso de Mara, que es el que nos convoca aquí, deja ver que con todas las precauciones que tomemos, aunque sigamos advertencias, no hay garantía de estar seguras porque el machismo está filtrado en todos los niveles de la sociedad, es sistemático, las autoridades y los medios revictimizan, culpabilizan,» sentenció frente a la PGR.
Como Paula, cientos de mujeres, gritaron al unísono «¡No fue tu culpa!», además de otras consignas que nos recordaron que no estamos solas, que somos las únicas que tenemos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y que sí decimos no, es no.
Las mujeres estamos hartas de salir a la calle con temor, con la seguridad de que si algo nos sucede la impunidad perpetuará. Salimos a las calles para caminar juntas y exigir justicia para Mara y para todas las mujeres que nos han arrebatado.