Una mirada a la complejidad en los cuerpos digitales

Mar 3, 2022

Por: Ixchel García y Elizabeth Avendaño

La complejidad de las relaciones humanas y la construcción de la intimidad,  las agresiones, los altibajos y la plenitud de descubrir(nos), hoy más que nunca son atravesados por el uso del internet, sobre todo para les nacides en la revolución digital. La serie Euphoria lo tiene claro, y aborda cuestiones sobre las que vale la pena reflexionar, como la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, los peligros de la sobrerregulación, las manifestaciones del deseo en lo digital y los impactos a la salud mental de las redes sociales.

Amamos Internet porque es una herramienta para conectar, conocer, explorar y gozar, pero también reconocemos que es un espacio donde nuestros derechos pueden ser vulnerados. Por eso, abordaremos el desarrollo de las historias de Cassie, Kat y Jules, tres personajes de la serie a través de quienes se retrata el uso de la tecnología como anclaje y potencia, así como la violencia digital. 

¡ALTO! Si aún no has visto la serie esta nota contiene spoilers.  

Vacíos legales, coerción y difusión sin consentimiento

Esto es la mierda que me molesta sobre el mundo, cada vez que las cosas de alguien se filtran, ya sea de JLO o Leslie Jones, el mundo va y dice; “si no quieren que las vean, no se tomen fotos sin ropa”. Disculpen, sé que su generación se basaba en flores y el permiso de papá, pero es el 2018 y, a menos de que sean amish, los desnudos son la moneda del amor, así que dejen de avergonzarnos [..]

Rue

Rue, protagonista y narradora de la serie, nos presenta a Cassie Howard, a quien en la primera temporada vemos constantemente afectada por la difusión sin consentimiento de sus packs. Cassie tendía a enamorarse de cada chico con el que salía y cada chico quería que le mandara nudes y grabarla en lo íntimo. Ella, en búsqueda de compañía, siempre accedía, incluso cuando no deseaba hacerlo. Sabía, incluso con resignación, que muchos de ellos compartirían el contenido cuando ya no estuvieran juntes. 

Acceder a ser grabades o enviar nuestras imágenes implica un voto de confianza que se da consciente y voluntariamente. El sexting siempre debe practicarse a partir del consentimiento y los acuerdos, además, vale la pena recordar que la coacción, amenazas y difusión no consentida son un delito en México

Sin embargo, aunque en los últimos años el impulso por legislar como respuesta ante la violencia digital ha ido en aumento, en Luchadoras sostenemos la noción que más leyes no es igual a más justicia. La sobrerregulación, la ambigüedad en la redacción legal y la falta de protocolos de atención también son riesgosos y pueden terminar por afectar más a las víctimas. 

El caso de Jules nos alerta de los peligros detrás de estos vacíos legales. Tras haber sostenido una relación virtual con uno de sus compañeros que fingía ser otra persona, él amenaza con denunciarla por el delito de pornografía infantil. A pesar de que ella había participado en el intercambio de imágenes íntimas de manera consentida, la redacción de las leyes en países como Estados Unidos, así como en algunos estados de México, colocan en la misma categoría el envío, la toma y el almacenamiento de imágenes íntimas, sin puntualizar en la importancia del consentimiento. 

Es necesario cuestionar el adultocentrismo que abraza las legislaciones y sostener la defensa de la agencia en la sexualidad juvenil. Se trata de un tema complejo, y no podemos dejar de prestar atención a situaciones donde hay abuso de poder y violación a la confianza. Vemos esto ejemplificado en la serie a través de Cal, un padre de familia quien sostuvo un encuentro sexual consentido con Jules, durante el cual grabó y almacenó imágenes sin su consentimiento. Y si ya viste el final de la segunda temporada sabrás que muy posiblemente terminará encarcelado por el delito de pornografía infantil. 

Nate:… en las últimas 3 semanas has distribuido voluntariamente pornografía infantil, incluyendo imágenes obsenas que tomaste en una unidad escolar. He recopilado todas esas fotos, junto con la dirección IP de una cuenta registrada a tu nombre y, por si no estás familiarizada con las leyes de pornografía infantil, aplican a menores al igual que a adulltos.

Jules: Yo te las envié a ti.

Nate: No, tú las enviaste a la cuenta de una persona que ni siquiera existe. ¿Sabes que cualquiera puede reportar pornografía infanti?

Deseos y fantasías digitales

Internet es también un campo abierto de posibilidades para ser e imaginar. Esto se manifiesta de manera fascinante con el papel de Kat, quien comienza a escribir fan-fiction erótica, convirtiéndose en una autora muy prolífica en Tumblr. Sin embargo, de manera paralela, los estereotipos de belleza y sus propias inseguridades la atormentaban al grado de temer que sus fans descubrieran cómo se veía y dejaran de amarla. Todo toma un giro inesperado cuando, después de la difusión no consentida de un video sexual donde aparece, Kat intenta eliminarlo de Pornhub y descubre que la gente realmente había disfrutado viéndola. 

En el caso de Kat, la serie no se detiene en el conflicto de la difusión sin consentimiento, cometiendo una omisión grave, más bien nos muestra su transformación a partir de ello mientras toma el control de su sexualidad y consigue la aceptación y confianza en sí misma que le habían parecido inalcanzables otros lugares. Es así como crea a Kitten Kween, una cam girl con una lista de clientes sumisos, dueña de su sexualidad y sensualidad (que, por supuesto, cobra a través de bitcoins).

Jules también explora el deseo virtual y reconoce la importancia de dominar el arte de la nude: “[…] desnudos parciales y profesionales, elegantes pero no demasiado artísticos: que parezca que no requirieron tanto esfuerzo, pero que podrían estar en un museo“. 

Tanto Kat como Jules destacan porque sus vidas en línea nos permiten vislumbrar la función de Internet como un potencial salvavidas rico y generativo más allá de los riesgos. Resulta muy emocionante y refrescante que la serie ponga énfasis en la agencia, el deseo y el placer. Nuestros cuerpos digitales son recipientes y canales para nombrar y vivir nuestros deseos y fantasías, pues explorar la sexualidad a través de la tecnología es también una manera de habitarnos. 

El bombardeo de optimismo tóxico en la era de las redes sociales

En tiempos de Instagram e influencers, la cultura del optimismo y el amor propio puede llegar a ser asfixiante. Día a día toneladas de mensajes positivos nos inundan: ¡ámate!, ¡sé feliz!, ¡haz ejercicio!, ¡escribe tus metas!

En un momento de la segunda temporada, Kat está insatisfecha y se enfrenta a una crisis personal. “Kat se odia a sí misma. Pero el problema con odiarse a una misma es que no puedes hablar sobre ello porque, en algún momento de nuestra historia reciente, el mundo entero se unió a una secta de autoayuda que no es capaz de callarse la boca sobre el tema”, dice Rue mientras vemos una de las escenas más brillantes. Un montón de influencers asfixian a Kat entre mensajes de amor y optimismo, una pesadilla que nos hace cuestionar las afecciones y presiones de las redes sociales en la salud mental. 

El mismo desarrollo de las apps se inclina hacia este ideal de perfección donde los filtros eliminan los granos, moldean el cuerpo y adaptan el rostro a facciones hegemónicas occidentales. Las redes están plagadas de mensajes cortos con todo lo que necesitas saber para funcionar mejor en esta sociedad, para tener éxito, para tonificar tus piernas y preparar alimentos “saludables”. Lo incómodo, lo no monetizable, queda fuera. 

La dicotomía de internet, con sus potencias y riesgos, es una invitación para reconocer la complejidad de habitarlo. Cuando hablamos de cuerpos digitales hablamos también de la interconectividad, de nuestros deseos, miedos, sueños, piel y datos. El impacto de lo que sucede en línea no se queda ahí: se traslada y se siente en los órganos, en la salud mental, e impacta nuestras vidas fuera de las redes.

Este entramado de conflictos a través de las tecnologías presente en Euphoria nos permite reconocer su complejidad, cuestionar nuestra relación con ellas y tener presente que es nuestro derecho habitar internet con gozo y libertad. ¿Ya viste la segunda temporada? Disfrútala y cuéntanos qué te parece.

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