Sexting, acuerdos y consentimiento [digital]

Jul 1, 2021

Por: Ixchel García

Cuando hablamos de Internet desde los feminismos, experimentar las tecnologías es revolucionario porque nos permite explorar, vivir, imaginar y habitar nuestros deseos, sexualidad y placer. Ante un contexto de violencia digital a veces olvidamos algo clave, que es el placer. Si bien las normas, los cuidados y consejos para protegernos en línea son clave, la expresión sexual en internet es igual de importante.

“El consentimiento no es algo para dar o quitar, es la co-creación comprometida y colaborativa de placer y felicidad», Midori

A casi dos años de distanciamiento físico, el sexting como alternativa y posibilidad para vincularnos sexualmente y también como herramienta de auto-reconocimiento y auto-placer ha tomado potencia. Yo puedo asegurar que para mí ha implicado más que gratificación sexual. También puede ser un espacio seguro que nutre la exploración, la intimidad, la conexión e imaginación en un campo de juego equilibrado, receptivo y liberador. 

Cuando enviamos mensajes hot, nos tomamos fotos eróticas, desnudos o quedamos de conectarnos para una cita sexy online, el consentimiento digital es un punto de partida clave para seguir adelante.

Se habla mucho del consentimiento de nuestros cuerpos físicos pero ¿qué pasa en lo virtual? Al igual que en los encuentros sexuales de la vida no virtual, el consentimiento debe ser una conversación continua al comunicarnos y compartirnos digitalmente. Aunque no estemos hablando cara a cara, siempre debemos considerar cómo pueden hacernos sentir ciertas acciones a nosotras o a otra(s) persona(s). 

En ocasiones “decir no” y enunciar qué queremos, cómo y hasta dónde, puede ser complicado. Por eso en cualquier intercambio es una herramienta y una responsabilidad hacer preguntas, para asegurarnos que el disfrute sea correspondido. 

El sexting puede ser muy divertido. Como menciona Gisela Pérez de Achaen la era digital, el sexo es más que un mero intercambio de fluídos. No tenemos que seguir los estándares […] Si son nuestros desnudos, son nuestras reglas”. Explorar nuestra sexualidad y nudes, divertirnos, reconocernos y desearnos a través de una lente cyborg ofrece muchas posibilidades, nos brinda un espacio abierto para expresar nuestros deseos y fantasías, además fomenta de manera importante la comunicación sobre un tema clave, el consentimiento. 

Melissa Meyer, una académica que enfoca su trabajo en millennials, cibersexo y criminología, escribe que el sexteo es “principalmente un espacio feminista: porque ofrece el mismo poder para iniciar, detener y dirigir la interacción». 

Desde una perspectiva feminista, el sexteo me parece atractivo y esto se debe a 3 puntos: 1) la agencia, 2) la comunicación  y 3) la creación de acuerdos entre pares que construyen en conjunto. Mezclados estos tres ingredientes nos dan consentimiento, y claro, el sexting parte del consenso. A pesar de la estigmatización social, el acto de sextear en sí no es el problema, no se trata de una práctica “mala”, riesgosa o negativa como a veces anuncian algunas autoridades o grupos conservadores. 

Recapitulemos, hemos estado mostrando el cuerpo durante mucho tiempo. Si bien en sextear, como en cualquier otra práctica sexual, pueden existir riesgos. En el mundo de la digitalidad hay herramientas para hacerlo de forma segura. Y así como usamos condones, en el sexting promover el uso de cuidados es igual de importante.

Hablemos de consentimiento

Normalizar las conversaciones que plantean nuestros deseos y límites, está bien y urge replantear en todos los niveles de nuestras relaciones. El consentimiento ocurre a partir del diálogo, el planteamiento de límites y negociación de nuestras necesidades con las necesidades de las otras personas. Es un proceso y, por lo tanto, abre una conversación, en lugar de implicar simplemente una decisión, de sí o no. A través de la generación de acuerdos y preguntas, escuchando activamente. Es voluntario, por lo que quiene(s) está(n) de acuerdo deben hacerlo libremente y por su propia elección, sin presión, culpa o coacción por parte de nadie ni nada.

El respeto de los límites digitales inicia por la comunicación. Pensemos que cuando sexteamos la magia está en el deseo, y pedir lo que necesitas y quieres es el hechizo. Toma tu espacio, encuentra el silencio para acceder al deseo y luego lanza tu hechizo, que puede ser: 

  1. Preguntar antes de enviar mensajes, fotos o videos hot 
  2. Respetar las decisiones de les otras/es. Nunca está bien coaccionar o presionar a alguien para que envíe fotos. Si alguien dice que no, respeta su elección. 
  3. Entender que todo el mundo tiene límites. Independientemente de lo que las/es demás esperen, todas/es tenemos derecho a decidir qué es lo mejor para nosotras/es y actuar de acuerdo a esos valores.
  4. Preguntar siempre. Obtener el consentimiento digital es importante en todo momento, incluso si antes ya se había acordado algo, pues eso no significa que estamos obligadas/es a aceptar hacerlo de nuevo.

El sexting es nuestro derecho y el consentimiento el elemento para hacer efectivos nuestros derechos a la autodeterminación, autonomía y libertad. Sin duda, el consentimiento es una práctica que vale ir incorporando a nuestra vida, desde la escucha radical y como un método de comunicación y vinculación. La potencia del consentimiento está en su capacidad de transformarnos para que nos sintamos lo suficientemente seguras/es para jugar, conectarnos y soñar. 

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