Nos duelen 56, una acto de memoria a las niñas de Guatemala

Mar 7, 2018

El 7 de marzo de 2017, en el municipio de San José Pinula, Guatemala, dentro del Hogar Seguro Virgen de la Asunción (centro estatal de protección para menores de edad víctimas de violencia, abandono y maltrato infantil) se gestó una rebelión: Motivadas por el hartazgo de los malos tratos que enfrentaban dentro del albergue, las niñas planearon una fuga.

Pero la huida se frustró. El plan para frenar los abusos culminó con un incendio que se topó con la negligencia de las autoridades que ocasionaron un giro abismal en la vida de 56 niñas y de sus familias.

A un año de uno de los mayores feminicidios en Guatemala y en el mundo, donde 41 niñas murieron y 15 sobrevivieron con graves secuelas por el fuego, y en el que aún no hay justicia, reconstruimos la historia como un acto de memoria.  

EL INCENDIO

Esta historia, de cómo sucedieron los hechos, es relato de  Stef Arteaga, integrante del Colectivo 8 Tijax y del movimiento Nos Duelen 56.

El Hogar Virgen de la Asunción era exclusivo para niñas, los niños vivían en el vecino Hogar San Gabriel. De ambos albergues se fugaron niñas, niños y adolescentes a la hora del almuerzo.

“Quienes vivían en estos dos hogares no tenían problemas con la ley penal, algunos estaban ahí por fugas de sus casas. Eran patojas (forma en la que se llama a las niñas y niños en Guatemala)  que se querían ir a la frontera a alcanzar a sus padres pero las regresaron; patojas a las que encontraron en redes de trata de personas” relató Stef.

Las niñas y los niños permanecen en estos albergues mientras la ley prepara las audiencias en las que se decide cuáles serán sus destinos, si regresarán a sus hogares o no.

Antes del incendio, algunas niñas le contaron a las psicólogas que las atendían “se está planeando una fuga”. Las autoridades sabían lo que iba a pasar y por ello se llamó a la asistencia policíaca.

Cinco días antes ya había policías rodeando el albergue, aunque después de la fuga llegaron los medios a dar cobertura a lo que las autoridades llamaron un motín, cuenta Stef.

“A ellos les abrieron la puerta, lo manejamos legalmente como una ley de fuga. Pareciera que sucedió así porque desde días antes ya había presencia de la policía, las autoridades tenían conocimiento de lo que iba a pasar. Cuando las niñas y los niños comenzaron su plan de salida, les abrieron la puerta y ellas y ellos salieron corriendo. En ese momento los policías comenzaron a perseguirles”.

Según los testimonios de las niñas sobrevivientes, la Policía Nacional Civil las detuvo violentamente y las regresó al Hogar Seguro Virgen de la Asunción, donde las concentraron afuera en lo que decidían qué hacer con ellas. Después de que las autoridades gubernamentales se presentaron sólo para deslindarse de su responsabilidad, las niñas quedaron a cargo de la policía.

Fue hasta las 3 de la mañana del 8 de marzo que volvieron a entrar al Hogar Virgen de la Asunción pero la normalidad no regresó, ya que la juez de paz, la única persona que podía decidir qué hacer con ellas, nunca llegó y la policía decidió encerrarlas en un salón con 22 colchonetas y dejarlas a cargo de las monitoras del hogar.

La única razón de la fuga era poner fin a los castigos que les imponían y las condiciones de vida, pues que no eran dignas.

Castigos como caminar con las piernas abiertas y agachadas alrededor del campo, en esta hazaña, si alguien se caía a todas les quitaban la llamada telefónica a la que tenían derecho  cada viernes. Los castigos llegaban por peleas entre ellas, una vez un grupo se rapó las cabezas y las castigaron por eso.

Hay historias de terror acerca del Hogar Seguro, como que una monitoria abría las llaves de los baños mientras dormían y las paraban a limpiarlos. Otras dan testimonios de que les daban comida en descomposición, con gusanos o yodo, “porque el yodo es inhibidor sexual”. Que las colchonetas de las camas tenían hoyos por pedazos arrancados para cubrir la ausencia de toallas sanitarias. A Stef le contaron estas historias las madres de las niñas y algunas sobrevivientes.

El 8 de marzo, dentro de la desesperación en el encierro, un grupo de niñas lanza una iniciativa: “si quemamos una colchoneta y gritamos que hay incendio seguro abren la puerta del salón y en ese momento corremos”.

Pero las autoridades a cargo no hicieron caso de los gritos  y las niñas pasaron 9 minutos entre las llamas. Ese día en el albergue estatal para protección de infantes, murieron 14 niñas. Más tarde la listad aumentaría a 19 y luego a 41.

LAS FAMILIAS NO ESTÁN SOLAS, EL ACOMPAÑAMIENTO DE 8 TIJAX

Cuando los medios comenzaron a transmitir el incendio, Stef lo vio por televisión “Yo estaba en mi casa en ese momento y estaba viendo las noticias. Un incendio se veía en la transmisión pero no salía nada de que las niñas estaban dentro, las niñas que vimos el 7 en las noticias por el supuesto motín.

“Yo vivo a dos cuadras de uno de los hospitales al que llevaron a las heridas, en cuanto supe lo que estaba pasando me fui para allá. De las ambulancias salían 8, 10 niñas. Las llevaron a tres lugares, al Hospital Roosevelt, al Hospital General y a la morgue.

“Los familiares llegaron al Hogar Seguro desde el 7, cuando se publicó la noticia del motín. Durante el incendio algunos familiares estaban ahí pero la información que les daban era nula”.

Entonces comenzó la labor de 8 Tijax, un colectivo conformado por cinco mujeres, Kim que es parte de Prensa Comunitaria, la socióloga, María, Hilda que vive en la costa y en cuanto supo lo que estaba pasando viajó a la capital, Stef Arteaga y su madre, Mayra.Rápido se coordinaron y se repartieron entre entre el Hogar Seguro y los hospitales.

En Virgen de la Asunción se encargaron de ser el enlace entre las monitoras y las familias para saber en dónde estaban sus hijas, pasaban papelitos con los nombres a las monitoras; y en los hospitales, a Stef le tocó ayudar a la identificación. 8 Tijax coordinó la alimentación de las familias por 15 días en lo que se comprobaba la identidad de las niñas; también el hospedaje, transporte y los trámites.

El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, dijo que el Estado cubriría los gastos funerarios pero nunca dijo en dónde ni cómo, 8 Tijax tuvo que investigar. Funerales de Capilla Señoriales donaron servicios funerarios, cajas de zinc y un espacio en Los Parques, un panteón de lujo en Guatemala. El gobierno donó unos cuantos féretros y el traslado a sus lugares de origen, la excavación de una tumba sin lápida y no más. La muerte tiene que ser digna pero incluso en la muerte el gobierno guatemalteco fue indiferente, señaló  Stef.

“La relación que hicimos con las familias se hizo muy especial. Nos contaron de las niñas, lo que les gustaba hacer, qué querían ser cuando crecieran. Cuando entregamos a la última niña pensamos que ahí acababa nuestro trabajo pero empezaron las capturas y las no capturas de los responsables, los familiares nos pidieron ayuda para pedir justicia, nosotras no podíamos hacernos las locas.

“Ninguna de nosotras es abogada pero sabíamos que algo teníamos que hacer así que contactamos a un amigo,  Rafael Maldonado. Comenzó con un caso pero había 26 más que querían ser representados exigiendo justicia. Él accedió a eso, no teníamos idea de cómo íbamos a pagar.

Rebeca Lane, habló de las niñas en sus giras  y la gente comenzó a dar donaciones. Esos depósitos nos ayudaron a darle a la gente hospedaje, alimento y transporte para que estuvieran en las audiencias. Hubo gente que donó víveres, café, jugos, pan pero pasó la emergencia y el apoyo cesó”, relató Stef.

8 Tijax no podía hacerse cargo de todos los casos, tuvieron que pedir apoyo a otras organizaciones. Actualmente están dando acompañamiento a las familias la Fundación Sobrevivientes y Mujeres Transformando el Mundo.

Ocho meses después del incendio UNICEF emitió el informe: Crisis del Hogar Seguro en Guatemala. Según este documento el registro del albergue no estaba actualizado y tardaron varios meses en tener la cifra exacta de las niñas, los niños y adolescentes que vivían en el Virgen de la Asunción y en el Hogar San Gabriel. Eran 600.

En su informe UNICEF también incluye que las familias de las niñas que murieron y las sobrevivientes no recibieron, ni han recibido, intervención, acompañamiento o seguimiento del Estado.

CRIMINALIZAR A LAS VÍCTIMAS

De acuerdo con la lectura de Stef, hay un desprecio por las madres, lo que se maneja es que ellas llevaron a las niñas ahí, que ellas no las visitaban; ellas permitieron que los padrastros violaran a sus hijas. “Las ponen como los monstruos, la sociedad se peleó con ellas”.

De las niñas incluso se ha escuchado: “qué bueno que se quemaron”, que eran delincuentes, eran las futuras “mareras”. Jimmy Morales, presidente de Guatemala, le dijo al periodista, Jorge Ramos, que las niñas tenían problemas con la ley penal, “que lo diga el presidente en televisión nacional es el mensaje que le manda a la nación, entonces la sociedad responde y las criminaliza”, declaró Stef.

“Queremos empoderar a las sobrevivientes y a las madres de las niñas que fallecieron a partir de que conozcan su caso; sus derechos como mujeres, los derechos que tenían sus hijas; que vean que no eran normales las condiciones en las que vivían. En 8 Tijax les estamos enseñando a hablar ante la prensa para denunciar, buscamos que les den acompañamiento psicológico y que se involucren en sus audiencias. Estamos trabajando para que luchen con la estigmatización que están viviendo y luchen por sus derechos”, relata Stef Arteaga.

NOS DUELEN 56

Las calles del centro de Guatemala se ilustran con rostros de las niñas que murieron el 8 de marzo del 2017 en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, son carteles hechos por artistas de todo el mundo como iniciativa de un movimiento que surgió tras el incendio.

Kimi de 8 Tijax y Prensa Comunitaria propusieron esta iniciativa para darle rostro a las niñas y dignificarlas desde su esencia, entender su vida. Quiénes eran, cuál era su música favorita, si tuvieron novio, cómo fue su primer día de escuela, cuáles eran sus sueños, qué querían ser de grandes. Esas cosas que la gente ignora y que todos tenemos, eso es lo que estamos haciendo desde Nos Duelen 56, me dice Stef.

“Le pusimos Nos Duelen 56 para apropiarnos de ese dolor y que no sólo fueron las 41 víctimas sino las 56 niñas que fueron encerradas y que algunas de ellas, siguen luchando por su vida.”

QUÉ QUEDA

“Como sociedad tenemos que despertar, como mujeres nos tenemos que organizar, yo creo que hay mucha división entre las mismas organizaciones de mujeres y creo que es importante lograr concentrarnos.

“En nuestro día a día, en casa uno puede trabajar con los hijos. En el caso de medios hacer campañas de cuidado, de amor, hacía los niños y las niñas” me dijo Stef, en los últimos minutos de nuestro encuentro.

La escuela de Stef es su madre, que también es parte del colectivo. Ella también es madre, el ser madre es lo que ese día, mientras veía el incendio del Hogar Seguro en la televisión, le movió el corazón para correr al hospital y acompañar a las niñas y a las familias.

Por último, le pregunté a Stef sobre su país:

“Guatemala es un país pisoteado, acostumbrado a los golpes. Venimos de un conflicto armado de 36 años. Es una sociedad muy lastimada, yo siempre he dicho que el olor de la tierra de acá es diferente porque huele a sangre. Todavía seguimos buscando desaparecidos, todavía hay cementerios clandestinos. Vivir acá es caro, violento y este tipo de casos, el incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, pareciera que nos hace acostumbrarnos a esos golpes, yo creo que es así.

“La muerte de dos, tres, cuatro, ya no nos asombra, es el diario vivir pero lo que sí es cierto es que es una sociedad de luchadoras y luchadores. Nosotras las mujeres en Guatemala hemos sobrevivido a la marginación y a la discriminación por eso creo que somos mujeres de lucha, no nos damos por vencidas, trabajamos en casa por nuestros hijas e hijos, trabajamos desde casa porque ya no nos aceptan pero a pesar de eso encontramos trabajo, podemos vender mangos, periódicos. Las mujeres sobretodo, tenemos como un anticuerpo para las injusticias, acostumbradas a los golpes y al rechazo, para nosotras es importante la lucha, la organización y la memoria.

Este caso es un quiebre en la historia, no sólo en la historia de Guatemala, en la historia del mundo y si se nos olvida se le olvida al mundo entero.

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