El #24A fue la marcha de mujeres más grande de la historia de México, en más de veinte estados tomamos las calles para protestar contra las violencias machistas. La movilización empezó a organizarse en las redes sociales y continuó en grupos de mujeres en diferentes ciudades que se reunían periódicamente para decidir cómo funcionaría la marcha en cada lugar.
¿Hubo un antes y un después del 24 de abril de 2015? ¡Sí! No tenemos la menor duda.
Este movimiento surgió después de que vivimos en pocas semanas, graves agresiones contra las mujeres en la calle: el ataque contra Andrea Noel, la grabación sin consentimiento de una estudiante que iba en el metro y el video de Gerardo Ortiz donde hacía una apología al feminicidio. Todo seguido por un odio viral contra quienes se atrevían a hablar contra el machismo. Así, en las redes sociales, se encendió nuestra indignación colectiva.
En retrospectiva, para muchas el #24A fue un “despertar”, el momento en que se dejó de hablar del acoso como algo “normal” en el discurso público. No es un “piropo”, no es un “halago”, es violencia, fue la consigna más contundente. También muchas mujeres decidieron reconocerse como feministas.
Luchadoras con La Sandía Digital y Subversiones con cámara en mano salimos el #24A a las calles para documentar este momento histórico. Y esto fue lo que nos dijeron as mujeres:
“Vine porque creo que ya estuvo bueno de invisibilizar la violencia contra las mujeres”
“(vine) porque ya estoy cansada de la violencia, del acoso sexual que vivimos todos los días”
El #24A protestamos contra la violencia cotidiana, que no está desconectada la grave crisis de feminicidios, la trata de personas con fines de explotación sexual y el abuso sexual contra niñas y niños.
Para todas la marcha fue un momento poderoso, ver a miles de mujeres juntas exigiendo justicia fue inspirador, nos llenó de orgullo y alegría combativa: “Se siente una vibra de compañerismo y hermandad muy fuerte”.
Nos dimos cuenta además de que todas tenemos estrategias para enfrentar el acoso callejero, que no nos hemos quedado paralizadas. Contra el acoso hemos tomado clases de defensa personal, hemos enfrentado a los acosadores y hemos perdido el miedo. Creemos que aún hay mucho por hacer, que denunciar debe ser efectivo y no un proceso de revictimización, que se deben de crear mejores políticas públicas, y que debemos dejar de educar machos; pero sobre todo apoyarnos entre mujeres y no quedamos calladas e indiferentes cuando vemos que alguien más está siendo acosada es fundamental: “Si vemos que a alguna otra mujer le está pasando algo, no ser indiferente”.