CATDA, un espacio de escucha para las trabajadoras del hogar

Abr 2, 2019

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Ser la primera en despertar, hacer el desayuno que probablemente no vas a probar, limpiar, limpiar, limpiar; usar un poco más de esos productos de limpieza que conoces desde los 12 años cuando empezaste a trabajar y que ya convirtieron la piel de tus manos en un trapo más insensible al ácido muriático, barrer, lavar, sacudir, limpiar, limpiar, limpiar, preparar la comida ¡Tiene que quedar deliciosa!, poner todo en su lugar, limpiar, limpiar, limpiar, que nadie note que el polvo existe, que se olvide la mancha en la ropa que ni se enteraron que era casi imposible de sacar, alimentar una vez más, la última vez y a dormir, no, no dormir, caer rendida que mañana hay que empezar de nuevo, antes de que alguien más despierte.

Lo anterior, aunque bien pareciera el guión de una película con 10 nominaciones a los premios Oscar, no es una ficción, o la adaptación de una experiencia, es un relato que cuenta un poco del día a día que llegan a enfrentar las más de dos millones de mujeres que son trabajadoras del hogar en México, según la última estimación que realizó en Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Con jornadas de entre 6 y 12 horas, ellas realizan actividades que permiten sostener la vida, a través de acciones que bien pueden pasar desapercibidas: tener un espacio limpio, ordenado y tranquilo para descansar y recuperar energía para seguir trabajando (fuera de casa) o ir a la escuela. El 75 por ciento de ellas recibe menos de 200 pesos al día por hacer las tareas que llegan a considerarse como “denigrantes”, algunas más pueden recibir la mitad o menos de eso, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

“Las personas pudientes son flojas y el trabajo de casa pues lo tenemos que hacer nosotras”, nos contó con risas Angélica trabajadora del hogar desde hace 15 años. Aunque ella logró estudiar una carrera técnica, algo que sabe que muchas de sus compañeras no hicieron, se empleó como trabajadora del hogar al no encontrar otro trabajo y por los gastos económicos que le implica el ser madre soltera.

Como Angélica, el 77 por ciento de las trabajadoras del hogar son madres y cerca del 40 por ciento tiene de 3 a 5 hijas o hijos, aunque para ellas el servicio de guardería no es una oportunidad.

 

[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=”bold” color=”Accent-Color” quote=”“Además de barrer, trapear, lavar trastes,pasé a ser niñera, y… creo que lo que no viví con mi hijo por estar fuera, para llevar ese ingreso a casa, es lo que ahora vivo con ellos. Conviví con estos niños lo que no conviví con el mío”,”][vc_custom_heading text=”Compartir experiencias” font_container=”tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e” use_theme_fonts=”yes”][divider line_type=”No Line”][vc_video link=”https://youtu.be/_T9ZuoOzpk0″][vc_column_text]

Angélica es parte del Centro de Apoyo a la Trabajadora Doméstica (CATDA) un espacio al que acudió en busca de trabajo pero en el que se quedó porque ahí se sintió valorada como mujer, compañera y trabajadora, ahora va sólo por el placer de escuchar y convivir con sus compañeras, con las que puede compartir experiencias de lo que significa emplearse en eso que nadie más quiere hacer.

Con su labor, las trabajadoras del hogar hacen grandes contribuciones económicas y sociales tanto al interior de sus propias familias, como en el resto de la sociedad, sin embargo esto no se traduce en reconocimiento de sus derechos laborales, la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS, 2011) señala que menos del 25 por ciento de ellas tiene aguinaldo y menos del 10 por ciento vacaciones con goce de sueldo.

Martha Patricia Vélez Tapia, directora de CATDA, desde hace más de 30 años conoce de cerca las historias de vida de compañeras trabajadoras del hogar. Sabe que muchas de ellas pertenecen a familias rurales que se ven obligadas a migrar a las ciudades, la mayoría comienza a emplearse desde los 13 o 14 años de edad y muchas de ellas ven deteriorada su salud luego de varios años de trabajo, sin que cuenten con servicios médicos para atenderse, pero lo más importante que sabe Martha sobre ellas, es que nunca se rinden.

“Son mujeres que vienen de la pobreza, son mujeres que vienen aquí a abrirse camino, y lo más inmediato que encuentran para su sostenimiento, es el trabajo de casa. (De acuerdo con el registro de CATDA), son mujeres que no tienen pareja, por ello, sus ingresos son los principales que entran con su familia, tienen una carga laboral muy fuerte, pero son mujeres luchadoras, porque tienen un carácter, esperanzas, el haber sacado adelante a su familia, es uno de los aprendizajes y reconocimientos que yo tengo hacia estas mujeres”

Cada domingo y desde hace 30 años, CATDA abre sus puertas para las trabajadoras del hogar en el centro de Cuernavaca, una de los destinos más turísticos de Morelos, pues Martha y todas las integrantes saben que el trabajo doméstico es algo que se hace de forma aislada, durante la jornada no hay quien con quien platicar sobre el trabajo mismo o sobre lo que sucede en la vida, ir al Centro es tener la oportunidad de platicar para compartir experiencias que resuenan en otras, reír, recordar y compartir con otras.

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En CATDA Francisca, trabajadora del hogar desde hace 30 años, aprendió a defenderse de abusos y violencias que algunos “patrones” y a exigir que su trabajo sea respetado y valorado. A ella le gusta lo que hace, sobre todo cocinar y aprender recetas nuevas “que le quedan muy bien”, disfruta su trabajo porque es lo que le permitió tener mejores condiciones de vida y que su hijo hiciera una carrera universitaria.

Francisca ahora trabaja por horas, (entrada por salida) y dice que sus empleadoras son buenas con ellas, pero no siempre fue así, en 2009 ella se descubrió “una bolita en el seno”, así que aprovechó sus vacaciones para ir al médico.”Descubrieron que tenía cáncer, pero ellos (los empleadores) no me ayudaron en nada, sólo me dieron permiso (de ausentarme) pero nada más”.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2016), el 97.8% de las trabajadoras del hogar no reciben atención médica derivada de su empleo; por su parte el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reporta que el número de trabajadoras del hogar afiliadas a la institución representa un 0.012% del total de las y los derecho habientes.

Después de lo que Francisca vivió comenzó a participar más en las labores de CATDA y habla con sus compañeras sobre la importancia de exigir mejores condiciones laborales, “a eso me refiero que no la humillen, y que también les den la comida, por lo menos una comida al día. Y hay muchas personas que no dan la comida”.

Además de facilitar un espacio para que las trabajadoras puedan tejer alianzas, CATDA también capacita en derechos humanos y otras habilidades, cuenta con una bolsa de trabajo para colocar a quienes están en búsqueda de un lugar donde emplearse y hace un trabajo de incidencia en políticas legislativas y públicas que van apuntadas a que se reconozcan, respeten y atiendan los derechos laborales de este gremio.

Al saber que la mayoría de las trabajadoras del hogar migran a las ciudad desde estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero CATDA también forma parte de la Red Nacional de Trabajadoras, una alianza entre varias organizaciones con trabajo local y de incidencia.

El acercamiento entre Luchadoras y CATDA fue posible a través de un proyecto de intercambio entre grupos de mujeres comunicadoras y trabajadoras del hogar entre Líbano y México; en colaboración con la colectiva Sawt Al Niswa, y el apoyo de AWID. 

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