Tejedoras de Tecnología

Jul 30, 2019

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Vídeo por: Evelyn Alcalá González

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[nectar_dropcap color=»#603bc0″]S[/nectar_dropcap]anta María Huazolotitlán, un pueblo ubicado en la costa oaxaqueña, es el hogar de mujeres mixtecas poseedoras de un conocimiento ancestral que permite convertir la cosecha de algodón en huipiles llenos de simbolismos indígenas, ellas son expertas en una tecnología que involucra al cuerpo, la identidad y los recursos de la tierra.

Dueñas de un saber que va más allá del tiempo, las Estrellas de Huazolotitlán son representadas por Yuli y María Gloría, dos mujeres que conocen la importancia de sembrar, hilar, tejer y bordar con otras. Al igual que todas las integrantes del colectivo, ellas aprendieron a usar las herramientas gracias a sus ancestras y piensan seguir compartiendo ese conocimiento.

Antes hacían los hilos como ahora hacemos nuestros hijos.
Los hacían ellas mismas con la fuerza de su carne.
Cuando empezó el mundo dicen que la Luna subió a un árbol.
Allí estaba tejiendo, allí estaba hilando, allí en el árbol.
A lo mejor así fue. 


Resulta complicado -y bastante limitativo- ubicar en una gama cromática los colores de huipiles, camisas, rebozos, manteles y caminos (de mesa) que se exhiben en un pequeño local en pleno centro oaxaqueño. Esa paleta de colores sólo es posible en México responde a temporales, a días de sol o lluvia e incluso a estados de ánimo de muchas mujeres que conservan el conocimiento ancestral que
transforma la naturaleza en colores vivos.

Ahí, en medio del azul añil y el rojo grana cochinilla, se asoman apenas la mitad de los cuerpos de Yuli y María Gloria, dos mujeres mixtecas de la costa de Oaxaca, quienes se reconocen como representantes de un estado que teje su historia por las manos de artesanas y que además aporta al resto del país el 65% de la industria textil tradicional.

Madre e hija, son la voz de Las Estrellas de Huazolotitlán, una red de mujeres que se identifican como artesanas; pero que deben entenderse como guardianas de un conocimiento ancestral.

Todas ellas son especialistas en la tecnología de contar historias. Utilizan sus manos para tejer y bordar hilos: así construyen narrativas desde la resistencia. Esas historias son parte de un proceso que incluye el reconocimiento y transformación de plantas, animales, semillas y tradiciones.

Nuestro primer encuentro fue una suerte de casualidad y sucedió gracias a enlazadoras de mundos. “Venimos representando a las compañeras artesanas. Algunas piezas son de nosotras pero casi todas son de ellas, hay algunos huipiles que les tomó hasta 4 meses bordar todos fueran nuestros serían años de trabajo, imagínate”, me dice Yuli con una sonrisa en el rostro;  sin dudarlo comenzó a compartir las historias que dibujan los hilos.

Hablar español es el privilegio que María Gloria y Yuli tienen frente al resto de sus compañeras, por esa razón son ellas las que hacen traslados de hasta diez horas para “bajar” de su comunidad hasta el centro del estado y poder vender su arte textil. [/vc_column_text][image_with_animation image_url=»4703″ alignment=»right» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%» margin_top=»50″ margin_bottom=»100″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]

“Ustedes deben tejer”, les dijo a las primeras madres.
“Ustedes deben hilar”. Les enseñó a tejer desde allí arriba.
Así fue que empezó el tejido. Así fue que empezó el bordado.
Es que ni sabíamos cómo cardar la lana. Ella nos enseñó eso también.
Tenía sus cardadoras allí arriba, su telar y su huso.
No sé si tenía sus borregos allí arriba en el árbol.
Tal vez ahí estaban.

Si bien Oaxaca recibe millones de visitantes anualmente, (5 millones 38 mil personas, solamente en 2018), de Santa María Huazolotitlán se sabe muy poco. Llegar no es sencillo, la únicas formas son por medio de transporte propio o en taxis colectivos que conozcan  bien la zona. Se debe llegar a Pinotepa Nacional y de ahí partir hasta contemplar por la ventana un mar verde que a los pocos kilómetros se torna azul.

Huazolo, como le dicen quienes lo habitan, huele a coco y a pan. Muchas familias viven de la venta de “pan de cielo”. Las panaderías de hornos de barro se pierden entre las casas que,por temor a perderlo todo en uno de los constantes sismos que hay en la zona, nunca se construyen de más de dos pisos. El pasado terremoto del 7 de septiembre de 2017 dejó a la comunidad incomunicada, hasta 2019 son visibles algunos lugares en donde las labores de reconstrucción no han llegado.

Las tardes de sol costeño se pasan frente al palacio municipal. Ess cerca de ahí donde Las Estrellas de Huazolo se reúnen a hilar y bordar, pero sobre todo a intercambiar experiencias y tomar acuerdos sobre la red. Su objetivo es ser ellas mismas quienes vendan y diseñen sus artesanías: sin intermediarios; pues muchos de ellos están acostumbrados a mal pagar el trabajo de días y meses y a no reconocer el valor simbólico que hay en cada prenda.Valor que depende de quién lo vende y de quién lo usa.

Dueñas de un saber que va más allá del tiempo, las Estrellas de Huazolotitlán también trabajan juntas para aminorar el cansancio de crear prendas desde cero. Ellas trabajan en telar de cintura de dos formas: la primera, haciendo el hilo (lo que implica cosechar el algodón) y la segunda, comprando el hilo “crudo”. Ambos materiales son teñidos de los colores que permiten las cortezas de árboles de coco, guamuche, zopilote o nanche, y otros tintes naturales como la cochinilla o el árbol de añil.  [/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Es muy importante trabajar en equipo, trabajar en conjunto, para que así también, no (se) haga tan pesada la elaboración del producto.»][image_with_animation image_url=»4706″ alignment=»right» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%» margin_top=»50″ margin_bottom=»100″][vc_column_text]

La Luna tenía su vara para medir la urdimbre, su komén para medir el hilo. Era largo su komén y salía de la copa del árbol. 

Ya había hilado su hilo, ya que había acabado el trabajo de huso, media el hilo en su komén. Tejía en lo blanco de una blusa las semillas coloradas del brocado. Arriba en el árbol amanecía. Allí estiraba su urdimbre, allí arriba. Si no fuera por la luna no sabríamos tejer. Es que nos dejó dicho cómo hacerlo. 

 

Los hilos tejen historias y el bordado también  es una forma de alzar la voz. Conocido es el relato griego de Filomena, que cuenta la historia de una joven que fue violada por su cuñado; quien además le cortó la lengua para impedir que ella lo denunciara. Filomena encontró en el bordado la herramienta que necesita para contar su historia, denunciar el crimen y reparar el daño.

Resistencia es lo que se borda y se teje en Huazolo, los textiles indígenas son parte de esa historia que se niega a morir: de conocimientos ancestrales que sobrevivieron a la conquista y son testigos de formas distintas de concebir el trabajo, la propiedad de la tierra y la construcción de identidad.

“Para mí ser artesana de Santa María Huazolotitlán, en bordado y en tejido, es identidad cultural, ser pueblo originario, también es herencia, orgullo alegría” dice Yuli sobre los dibujos con los que ella y sus compañeras adornan las prendas.

Las Estrellas de Huazolo se identifican como mujeres mixtecas de la costa oaxaqueña, a excepción de Yuli y su madre, ellas forman parte de las 7.3 millones de personas que no hablan español en México -según cifras del Instituto Nacional de Geografía e Historia (Inegi)- razón por la cual tienen una alta probabilidad de ser discriminadas en casi todos servicios públicos nacionales e incluso por el sistema de justicia mexicano.

Yuli misma señala que uno de los grandes obstáculos para el pago justo es la discriminación y falta de reconocimiento que enfrentan los pueblos originarios, no sólo de Oaxaca si no de todo el país, ya que muchos de ellos siguen siendo cuestionados por conservar sus tradiciones, portar sus vestimentas y hablar sus lenguas maternas.

“Hemos vivido discriminación en las dependencias de gobierno por hablar el dialecto, o porque vienes de la raza indígena, o porque la señora que va conmigo no puede hablar en el español. Para recibir apoyos gubernamentales es necesario hablar español y muchas veces yo siento nos han negado apoyos por eso”, dice Yuli convencida de que la organización en cualquier parte del país es indispensable para que “no nos puedan lastimar”.

Entre águilas bicéfalas (que representan la dualidad entre mujeres y hombres) y surcos del arado, estas mujeres cuentan la cotidianidad de su territorio pero también la historia indígena que las hace sentirse tan orgullosas. [/vc_column_text][image_with_animation image_url=»4709″ alignment=»right» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%» margin_top=»50″ margin_bottom=»100″][vc_column_text]

Hizo sus lienzos, sus bastidores, cortó las ramas del árbol e hizo su telar. Si no fuera por eso no sabríamos crecer.
Así aprendieron nuestros antepasados.
Cardó, hiló, tejió y asñi empezó el tejido antes.
Dijo ella: “Así lo voy a hacer para que así aprendan mis hijas”. 

María Gloria creció escuchando leyendas de la voz de su abuelo sobre animales, experiencias y colores que sólo podían “guardarse en la memoria porque antes no había cámaras ni celulares”. Esas leyendas explican que cuando se aparecían animales de dos cabezas por el pueblo era una señal para el dinero y que los gallos ayudaron a que “Satanás no ganara aquí en la tierra”.

Lo que escuchó de pequeña ahora lo borda en huipiles y es su forma de contarlo a otras generaciones, Gloria no sabe leer y tampoco escribir pero con “el número del dinero, nadie me hace tonta, porque eso sí puedo de todo”.

De su madre aprendió a picar y a urdir el algodón hasta tener una madeja de hilos, esas habilidades las tiene desde los ocho y nueve años, cuando empezó a realizar; pero fueron su suegra y su prima quienes le enseñaron a tejer en telar de cintura, a ensamblar la ropa, a bordar y a coser los listones. Esto le dio cierta especie de autonomía financiera, pues ya podía dedicarse a la venta de textiles.

Sin tener la intención expresa de hacerlo, estas mujeres son un eslabón crucial en la conservación de la biodiversidad oaxaqueña. El algodón que sabe cosechar María Gloria es el algodón coyuche, una especie nativa de la entidad que está en peligro de extinción y -a diferencia de otros tipos de algodón- da una tonalidad café a las prendas; diversas investigaciones señalan que la falta de interés en la preservación de esta especie está provocando su desaparición. Las Estrellas de Huazolo no lo saben, pero su conocimiento sobre este cultivo lo mantiene vivo.

“Yo siento orgullo, (me) siento contenta, alegre porque soy artesana. Trabajamos y salgo a vender y me dice la gente que compra mi trabajo que está muy bonito. Que le gusta mucho mi trabajo. Entonces yo me pongo alegre, contenta”, expresa María Gloria con una sonrisa en el rostro y sus materiales de bordado en la mano. 

[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»4710″ alignment=»right» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%» margin_top=»50″ margin_bottom=»100″][vc_column_text]

Lo que estaba en el árbol es ahora la Luna. Siguió subiendo y subiendo en el árbol, y después subió su komén como escalera y se quedó en el cielo. O a lo mejor lo hizo de un brinco, meciéndose en las ramas.
Todavía tenemos su telar, quedó con nosotras. La luna nos dejó también su huipil cuando se fue. Dejó su telar y su machete.
“Cómo la Luna nos enseñó a tejer”
Lexa Jiménez López

Ep’añ Ch’en. San Juan Chamula, Chiapas 

Años atrás, los huipiles de gala (adornados con largos listones azules y rosas y usados para fiestas especiales y casamientos) solamente podían ser tejidos y bordados por los hombres de la comunidad, mientras las mujeres se encargaban de la confección y creación de los huipiles de uso diario y las otras prendas que eran necesarias para el trabajo.

Con el paso del tiempo, las mujeres se involucraron en la preservación de ese conocimiento y actualmente también hacen los vestidos de gala, cuya confección siempre es variable y depende del gusto de cada familia. Yuli sabe cuáles son los elementos de ese traje y dónde colocarlos desde los doce años, cuando su madre le transmitió ese conocimiento.

La tecnología de la que ahora Yuli es experta, tiene una amplia conexión con la tierra y la naturaleza, “la herramienta que usamos la encontramos en el campo” y hay que saberla cuidar para que “aguante mucho tiempo”. 

[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Es muy importante preservar lo que es el telar de cintura, el bordado, con la ´signografía´ de Huazolotitlán, porque nos pertenece como pueblos originarios la identidad cultural, el orgullo de ser artesano, herencia de nuestros ancestros, de los abuelos de nuestros bisabuelos, nuestros padres, mi madre, mi padre, y de todas las compañeras.»][image_with_animation image_url=»4711″ alignment=»right» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%» margin_top=»0″ margin_bottom=»100″][vc_column_text]En cada prenda de estas artesanas no sólo hay una historia cargada de simbolismos ancestrales, de tierra y territorio; también se mezclan las emociones que se experimentan durante todo el proceso: “hay veces que estamos tristes, hay veces que estamos alegres y todo eso se mezcla en el bordado”. También se hacen presentes los desgastes físicos, como ellas cuentan, el telar de cintura “cansa mucho” la espalda, la vista, los brazos y las manos. Cada prenda hecha a mano tiene un significado para cada artesana, muchas prendas son producto de meses de trabajo.

Reconocer el trabajo, es más que el pago justo, es reconocer la creación, capacidad, imaginación y habilidades que se entrelazan en la tecnología de telar de cintura, las Estrellas de Huazolotitlán continuarán transmitiendo sus conocimientos y creando historias a través de los hilos. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][nectar_btn size=»medium» button_style=»regular» button_color_2=»Accent-Color» icon_family=»fontawesome» url=»http://www.luchadoras.mx/tecnolovers» text=»Regresar» icon_fontawesome=»fa fa-long-arrow-left»][/vc_column][/vc_row]

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