Brujería Hacker

Jul 30, 2019

[vc_row type=”in_container” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom” bg_image_animation=”none”][vc_column centered_text=”true” column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_link_target=”_self” column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ tablet_width_inherit=”default” tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid” bg_image_animation=”none”][vc_column_text][/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row type=”in_container” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom” bg_image_animation=”none”][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_link_target=”_self” column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ tablet_width_inherit=”default” tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid” bg_image_animation=”none”][vc_column_text]

Pónte el cinturón Dorothy, Kansas is going bye bye! -The Matrix

[nectar_dropcap color=”#734dd7″]B[/nectar_dropcap]rujas y hackers. ¿Las peores de las pesadillas?. Espera amiga, toca decidir el color de la píldora ¿roja o azul?, te preguntarían si estuvieras a punto de fugarte de la Matrix.

Maleficia

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

Maleficia”, así se llamó al poder de las mujeres para sanar, a su conocimiento de las plantas y del cuerpo para curar heridas e incluso para no procrear. En el Siglo VII Egberto de Inglaterra escribió por primera vez esta condena en un libro religioso.

Demonizar el sexo fue un ejercicio deliberado de control social desde el Siglo IV por parte de las iglesias según Silvia Frederici, crearon una serie de ideas y engranajes de supervisión y represión que estigmatizaron el sexo por placer, para convertirlo en herejía y luego en delito.

Las brujas fueron las primeras que defendieron el derecho a decidir, conocían la fórmula para hackear ese nuevo patriarcado, tenían las herramientas para desafiar el poder que imponía la maternidad forzada. Y fueron perseguidas, obligadas a confesar bajo tortura y masacradas. Ardieron en las plazas. Entre 1450 y 1750 se calcula que la caza de brujas sentenció a muerte al menos a 60 mil personas, el 75% mujeres.

Hola mundo, ya no creemos en las mismas princesas. No esperamos el primer paso de un chico para invitarle a salir, también andamos con chicas, nosotras damos los besos porque queremos y no intercambiamos nuestra voz a nadie a cambio de una falsa idea de amor.

Ese cuento de buenas noches ya no funcionará más, ahora vamos a la cama con cuentos para niñas rebeldes. Nos dimos cuenta. Adiós a la fórmula de brujas contra princesas. En esas historias la liberación nunca estuvo en nuestras manos. Ahora sí. ¿Quién romperá el maleficio?, ¿Y si mejor creamos conjuros nuevos?

Un hack

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

Un código, una estrategia, un movimiento, un punch. Un golpe certero, la quebradora. Un pasito de baile en medio de un desfile militar. El ingrediente secreto del pozole de la tía. Una alteración propia. Una intervención. Una fuga del sistema.

Un sistema. Mi recuerdo de niña en los ochentas me bota como la primera imagen al gato Tom dibujando un prototipo de trampa de ratón para pescar a Jerry. O el blueprint del coyote para atrapar al correcaminos. Una serie de pasos ingeniosos y entrelazados, donde la funcionalidad depende totalmente del éxito del paso anterior. Un cuchillo que corta una cuerda, que libera un yunque, que cae sobre una plataforma, que activa un resorte pegado a un zapato, que lanza una pelota, que pega a una cubeta, que se vuelca y deja caer pegamento y un costal de plumas. Los fallos del sistema siempre trajeron consecuencias adversas para sus programadores, y le salvaron la vida a sus potenciales víctimas.

Para Teresa de Lauretis, teórica feminista italiana, el género es una tecnología social que reproduce la sexualidad y la opresión sexual, construida a partir de la implantación de discursos y prácticas micropolíticas de adoctrinamiento. Miles de millones de actos repetidos, una performance, diría Judith Butler.

¿Qué ha hecho funcional a las tecnologías opresivas del género? Su corporeización y las estrategias del miedo. Traducción: que las encarnamos todos los días en nuestros cuerpos y en las interacciones cotidianas, y que hemos sido castigadas históricamente por rebelarnos contra ello.

“El cuerpo es nuestro primer territorio”, nos dice a Luchadoras Liliana Zaragoza Cano, aka Lili_Anaz, artista hackfeminista del Laboratorio de Interconectividades. Pero para las mujeres, “la consciencia del propio cuerpo es algo que se conquista, no es algo que ya nos esté dado” complementa Darinka Lejarazu, de la escuela de autodefensa feminista Comando Colibrí.

“Hemos sido educadas para sentir temor y es frecuente que ante una escena de violencia nos paralicemos”, dice el octavo fundamento de la escuela de Comando. A nosotras nunca nos dijeron de chicas ¡defiéndete!, ¡pégales de vuelta!. Nos enseñaron a obedecer, a estar quietecitas. “Calladita, te ves más bonita”, a desconectar nuestra capacidad de reacción desde chicas. Con la voz y con el cuerpo.

Repelé, hablé pa’ atrás. Fui muy hocicona (…) No me dejé de los hombres. No fui buena ni obediente; escribió la poeta chicana Gloria Anzaldúa. Terca. Mala. Perra. Zorra. “Si tocan a una nos tocan a todas”, dice el sexto fundamento de la escuela de Comando. Cuando te atacan a tí, atacan a todas nosotras como mujeres. Y cuando detienes al agresor te proteges no solo a tí, sino a la otra. A la próxima. “Una perra sola es una perra muerta”, escribe Itziar Ziga, “una manada es un comando político”.

Una hacker

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

Una persona hacker extrae técnicas del interior del sistema tecnológico para liberarlas, dice el Comité Invisible en su texto Fuck off Google. Podemos dejar de ser “esclavos de la tecnología”, si dejamos de ver a nuestros bichitos tecnológicos como cajas negras y a nosotros como “inocentes usuarios”. Tener una perspectiva hacker del mundo, sostienen, es reconectar con la consciencia de que sí, podemos hacer, de que podemos intervenir.

Como las brujas, sobre las personas hackers se ha elaborado toda una imaginación estigmatizante. Dice Irene Soria, feminista y activista del movimiento de la cultura libre, que ya hacia finales de la década de los ochenta esa imagen del hacker como intruso y que fue creada por los medios, era ya inevitable.

Como ella, quienes exploran los orígenes de la figura hacker, regresan al MIT en la década de los setentas y ochentas, y en particular a “The jargon files”, que podría llamarse el primer diccionario hacker, que fue publicado entonces y aún sigue en línea, y que de acuerdo a la traducción de la investigadora hackfeminista Fernanda Briones, define a la persona hacker como alguien que disfruta explorando los detalles de los sistemas de programación, o que programa con entusiasmo (incluso obsesivamente), o quien disfruta el desafío intelectual de superar límites creativamente.

Entonces, si el género es una tecnología que ha sostenido la programación de un mundo binario donde ser mujer es una desventaja, ¿se puede hackear al patriarcado? ¡POR SUPUESTO QUE SÍ! Dice Donna Harraway que ser cyborg es desconfiar de la matrix, la matriz reproductora, la potencia de creación de un mundo sin géneros, la salida del laberinto de dualismos, destruir y construir en un espiral.

Para Lucía Egaña, artivista nomade de origen chileno, los fallos del sistema son oportunidades de intervención y transformación, el hackeo de sus códigos: “En el momento en el que una persona sexuada como hembra, no se comporta femenina o no folla con varones, ahí el sistema sufre un fallo, la maquinaria heterosexual “crashea

Nuestros sueños no caben en sus máquinas

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

¿Te parece que Internet es una verde pradera del campo?, ¿es tu playground favorito en turno? En los talleres sobre nuestra huella digital que hacemos en Luchadoras caminamos con nuestros deditos por los lugares más recurrentes que navegamos en Internet. La conclusión: todos son territorios privatizados. En la mayor parte de ellos no tenemos que pagar suscripción, es cierto, pero eso no significa que sean gratuitos.

¿Para qué nos conectamos? ¿Qué hacemos cuando deambulamos por internet? ¿A qué espacios estamos accediendo? Se pregunta La Jes, hackfeminista integrante del proyecto SurSiendo. “Se suele decir que si el servicio es gratis el producto eres tú (…) El costo son nuestros datos e interacciones”.

Facebook, Instagram y WhatsApp. Google, Youtube y Maps. Son dos de las manchas más recurrentes que determinan nuestros recorridos, las dos asociadas al mismo grupo de capital. “La era dorada de Internet acabó” sentencia contundente la académica Guiomar Rovira. Perdimos el territorio libre.

Internet es un territorio en disputa. Es el nuevo modelador de consciencias, de imaginaciones, una arena de poder. Está en lucha. “Esta batalla no se está dando uno a uno en simetría de fuerzas y el espacio en el que se desarrolla no es un campo abierto, es un centro comercial”, escribe Anamhoo, hackfeminista mexicana.

Las reglas del juego son desiguales, y las condiciones las ponen quienes se han convertido en los dueños y que ahora cotizan en la bolsa. Si no te gustan las reglas de la plataforma, ¿qué es lo que puedes hacer al respecto?, mandar un reporte o quedarte afuera. ¿O acaso tu puedes influenciar los Términos de Referencia?. Aceptar o Rechazar. La píldora roja o la píldora azul. Poder decidir si te quedas adentro o afuera ¿es realmente una opción? No. Poder decidir es la libertad de crear tus propias alternativas.

Hoy creemos que la libertad de elegir se basa en escoger entre tres marcas en el supermercado, escuché a Howard Zinn decir en el documental canadiense “The Corporation” (2003). Nuestras ideas de libertades hoy, son ficciones moldeadas por los límites del capitalismo, cercas electrificadas que nos dan electroshock cuando queremos salir.

La profecía del “Userfriendly”

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

Hay una idea seductora bajo la cual late una profecía trágica, está siendo la cuna de nuestra propia aniquilación. Es como si fuera un algodón de azúcar con pequeñas navajitas adentro, una piscina en la que solo podemos nadar con las manos atadas. “Userfriendly”. La renuncia elegida del conocimiento.

Para la filósofa aymara Silvia Rivera Cusicanqui, uno de los triunfos del capitalismo consiste en despojarnos de nuestra capacidad de saber, hemos optado por subsidiar los saberes de nuestra sobrevivencia. En las urbes, no sabemos sembrar, no sabemos de dónde viene nuestra comida. Hemos creído que en lugar de aprender, es mejor si alguien lo puede hacer por tí. Que sea fácil. Que sea rápido y fácil.

Entonces hacer código parece enormemente complicado, es casi un acto de esoterismo. Un acto místico. Un hacer oculto. Brujería. Un saber que se percibe cada vez más alejado. “El uso de aplicaciones sencillas donde poder subir sus textos, fotos y videos sin saber de código ni tener que descargarse programas de software en su computadora tiene un enorme atractivo. Nada compite con lo gratis y lo fácil” señala Guiomar Rovira.

“Esta imposibilidad de ver y modificar el código, vulnera fuertemente al usuario final, convirtiéndolo en un consumidor cautivo que está a expensas de las nuevas actualizaciones y de programas compatibles con su hardware o con sus necesidades”, complementa Irene Soria, como si cada una al escribir tuviera un diálogo perfectamente coordinado.

¿Qué haces cuando abres una nueva computadora o un nuevo celular?, ¿Qué tan profundo vamos en la configuración de nuestra experiencia de usuario?, ¿Qué tanto es posible?. ¿Aceptamos la configuración por default?

#femHack

[divider line_type=”No Line” custom_height=”20″]

Si tuviera que definir la acción feminista en menos de 140 caracteres pensaría: desafiar el mundo por default.

Hay en el impulso feminista y el ser hacker una imaginación compartida de otro mundo posible, de independencia, tecnológica o patriarcal. Hay en ambas prácticas, el deseo latente de transformación radical de un mundo que se ha programado con reglas desiguales y que nos está aplastando.

Además del deseo, está la acción colectiva, que salta de la imaginación a las barricadas. Sabemos que la única fuente de transformación está en nuestras manos. La emancipación ha sido forjada por nosotras mismas.

En 2015 mujeres en 23 países en se unieron al llamado del #femhack, un aquelarre ciberfeminista que llevó a grupos de mujeres a reunirse en lugares como México, Colombia y Nicaragua. “¿A qué se debe esta incapacidad de ver y reconocer a las mujeres involucradas en tecnología, ciencia e ingenierías?”, escribió Gemma Manzanares de las Enredadas en Nicaragua, “la idea de la tecnofobia femenina la que más me perturba”.

“Las mujeres y las personas queer tienen derecho a codificar, diseñar, adaptar y usar las TIC de manera crítica y sostenible, y recuperar la tecnología como una plataforma para la creatividad y la expresión, así como para desafiar las culturas del sexismo y la discriminación en todos los espacios”, dicen los Principios Feministas de Internet.[/vc_column_text][divider line_type=”No Line” custom_height=”50″][nectar_btn size=”medium” button_style=”regular” button_color_2=”Accent-Color” icon_family=”fontawesome” url=”http://www.luchadoras.mx/tecnolovers” text=”Regresar” icon_fontawesome=”fa fa-long-arrow-left”][/vc_column][/vc_row]

Posts relacionados

#DIY desponcha tu bici en 3, 2, 1…

[vc_row type="in_container" full_screen_row_position="middle" scene_position="center" text_color="dark" text_align="left" top_padding="2%" bottom_padding="2%" overlay_strength="0.3" shape_divider_position="bottom" bg_image_animation="none" shape_type=""][vc_column...

Tejedoras de Tecnología

[vc_row type="in_container" full_screen_row_position="middle" scene_position="center" text_color="dark" text_align="left" top_padding="4%" bottom_padding="4%" overlay_strength="0.3" shape_divider_position="bottom" bg_image_animation="none" shape_type=""][vc_column...

La calle es nuestra, perras

[vc_row type="in_container" full_screen_row_position="middle" scene_position="center" text_color="dark" text_align="left" top_padding="2%" bottom_padding="2%" overlay_strength="0.3" shape_divider_position="bottom" bg_image_animation="none" shape_type=""][vc_column...

Algoritmos, una caja negra que es machista

[vc_row type="in_container" full_screen_row_position="middle" scene_position="center" text_color="dark" text_align="left" top_padding="4%" bottom_padding="4%" overlay_strength="0.3" shape_divider_position="bottom" bg_image_animation="none" shape_type=""][vc_column...