Por: Angie Contreras
Este texto lo leí el día 23 de noviembre en la presentación del 3er informe elaborado por Luchadoras “Justicia en trámite. El limbo de las investigaciones sobre violencia digital”
Gracias por la amistad y la confianza.
Descarga el informe Justicia En Trámite
Primero gracias por la invitación a todo el equipo Luchadoras y qué gusto estar en este panel. Desde lo virtual y desde Aguascalientes, les envío un abrazo.
Ha pasado un año desde que en Aguascalientes se aprobó una serie de reformas para reconocer y sancionar la violencia digital, ¿qué ha sucedido desde entonces?, les podría decir que nada pero realmente ha sido un año de mucho trabajo y reflexiones desde lo local.
Primero quiero contarles cómo estamos trabajando el acompañamiento para dejar un poco más claro lo que voy a exponer.
Pensemos en una chica, una adolescente de Aguascalientes que ha sido “quemada” en redes sociales por su ex novio. Al contactarnos lo primero que dice es que no quiere que en su casa se enteren, insiste en que fue su culpa “yo se las pasé”.
De nuestra parte recibirá la información, las opciones y las respuestas a todas las dudas y el acompañamiento que ella requiera. Muchas al principio están puestas y dispuestas para denunciar pero a la mera hora cambian de opinión.
Pero también jugamos con el tiempo ¿Cuánto tarda en hacerse viral algo? Más allá de pensar en lo viral en un estado como Aguascalientes que es tan pequeño, un chisme llega más rápido que un tweet; pensemos entonces que ella no quiere que se difunda en su círculo, y será por donde se difundirá primero: grupos donde ella convive, amistades, escuela familia.
Y otro dato, la ausencia de datos con perspectiva de género. Preguntando a las adolescentes de Aguascalientes y a universitarias y universitarios sobre lo que han pasado al vivir algún tipo de violencia digital, en promedio 80% no le contó a nadie, 15% a amistades, 3% familia pareja y 1% denuncia y 1% acude a algún instituto (Los resultados de la investigación comparando 3 universidades se publicarán en diciembre de 2020 y Chidas en Línea a mediados de febrero de 2021)
No solo no denuncian sino que tienen miedo a contar lo que ha pasado. Esos mismos grupos desconocen si existen protocolos o a dónde acudir.
De los casi 90 casos que se han acompañado hasta noviembre de este año solo se presentó una denuncia.
Hablar de violencia en internet es mirar todo un árbol de problemas que van desde el acceso, la privacidad, la seguridad, la reducción de brecha, la división sexual del trabajo (Investigación Lo que callamos en el Home Office se publicará en marzo 2021). Y en las adolescentes, hablar de violencia en el noviazgo, sobre la condición de tener que pasar la contraseña, mirar su whastapp o enviar fotos para mantener una relación.
Con todo este panorama ¿entonces?
Debemos pensar en un modelo de múltiples partes interesadas para la generación de políticas y sobretodo reformas, sobre ese modelo bajo el que se “gobierna internet”, es decir, construir bajo un mismo objetivo.
Yo me miro en medio entre el punitivismo y el acompañamiento-autodefensa, y esa es mi postura. La cárcel como medida única para sancionar la violencia no es la solución, pero tampoco podemos exentar al Estado de la responsabilidad que le toca hacer un trabajo que estamos haciendo las mujeres, las colectivas, organizaciones y defensoras.
Nuestra apuesta desde Aguascalientes es el acompañamiento informado y la información que no prohiba ni genere miedo, y la creación de redes para tener un mismo modelo de atención – acompañamiento.
Justo por eso estamos apostando, gracias al apoyo de INDELA, por crear guías que permitan al personal docente y a los institutos de educación, prevenir y acompañar con perspectiva de derechos humanos y de género casos de violencia digital.
Qué quiero decir con esto: en Aguascalientes nos hemos topado principalmente con problemas de acceso a la justicia. Al presentar la denuncia, al solicitarla, les ponen que la denuncia es por otro delito, les dicen que eso no existe, que no va a servir para nada.
Una chica acudió a la fiscalía a poner una denuncia diciendo que la quieren poner por incumplir la “Ley Olimpia” pero le dijeron que no existía esa ley o el delito de violencia digital, cuando en realidad, la violencia digital no es solo un único delito sino al menos son 13 tipos.
Y aquí algo muy importante, podemos decir que hay un gran número de denuncias presentadas pero de esas ¿cuántas tienen carpeta abierta? ¿Cuántas se han iniciado las diligencias y cuantas llegaron a un proceso? ¿A quién le sirven los números altos de denuncias sin acceso a la justicia?
Se denuncia pero no se les informa, de hecho creen que presentar la denuncia es sinónimo de que lo van a mandar a la cárcel, pero apenas es el primer paso.
Y también está el miedo, cuando les preguntamos ¿por qué no denuncian? no creen ni confían en la autoridad, dicen que ya saben que no van a hacer nada y que tienen miedo de que otros vean sus fotos.
Cuando nos reunimos a principio de año en el Centro de Justicia para ver los protocolos, nos dijeron algo muy cierto “los protocolos ya están, más bien tenemos que adecuar lo existente a lo virtual”.
Con los Institutos de las mujeres, tanto estatal como municipal, el trabajo ha sido colaborativo, tenemos diferencias pero hemos aprendido a vernos como aliadas y con policía cibernética poco a poco se han sentado las relaciones, al menos empezamos por decirles que no usen el termino “sexting” como un delito.
La capacitación y sensibilización es muy importante, pero no es la solución total. Se debe concientizar, decirles que es su obligación informar y garantizar la justicia sin revictimizar. Ya está en papel solo falta que lo ejecuten y lo ejecuten bien y para eso necesitamos la voluntad ¿De qué sirve capacitar si cada 3 o 6 años van a cambiar? Son recursos y esfuerzos tirados.
Otra área donde se ha incidido son los centros educativos, las chicas denuncian en los centros escolares pero nos hemos encontrado con casos donde la solución es castigarles el teléfono, cambiarlas de grupo y hasta suspender a las chicas. Justamente queremos incidir en esos espacios.
También necesitamos escuchar a las y los adolescentes y universitarios, saber cuáles son sus prácticas, cómo resisten, cómo se apoyan entre pares porque antes de estas reformas y su popularización, ya generaban sus formas de resistir, muchas de ellas de autocensura y exclusión, lo que incrementa la brecha.
Es necesario informar. En una charla una chica me preguntó por qué existía la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, que para eso estaba la Ley Olimpia.
El movimiento que se ha dado desde el año pasado, ha ayudado a visibilizar que ciertas conductas no deben ser toleradas y que son violencia, pero ¿Qué más estamos informando? El acompañamiento y la información son vitales y con estas dos cosas les damos a ellas el poder de decidir.
Pero también es fundamental capacitar, compartir con ellas cómo pueden navegar de forma segura, hacer sexting, interactuar y etc. Necesitamos devolverles la esperanza a ellas, decirles que acceder a internet después de una agresión es posible.
Dejé al final una reflexión que me tiene muy preocupada, ¿Qué otros derechos estamos vulnerando? Déjenme decirles que estamos creando una generación con miedo a publicar y que se está desconectando.
Al preguntar sobre las consecuencias, es decir, qué pasa después de la violencia digital, un 25% aproximadamente, dice que cierran sus redes sociales, que dejan de publicar, solo las usan para mirar qué se dice, no comparten nada sobre sus posturas, lo que piensan o creen por miedo a comentarios.
Estamos incrementando la brecha de acceso y en lugar de tener más mujeres creando contenido las están llevando a desconectarse.
No olvidemos los valores con los que fue creado internet: libre, abierta y segura.
Una chica me dijo en una entrevista que ella consideraba que no era libre en internet porque no estaba segura y nuestras acciones deberían estar enfocadas en eso, en garantizar una internet libre, abierta y segura.
Insisto, ¿Qué otros derechos estamos vulnerando?
Quiero aprovechar los segundos que me queden para agradecer al personal docente, psicólogas, trabajadoras sociales, asesoras que al identificar un caso, nos preguntan, acompañan y ya hoy en día ellas mismas han podido acompañar a sus estudiantes.