Hace unos días el escándalo sobre Facebook y Cambridge Analytica salió a la luz. Ante la denuncia por el manejo indebido de la información de 50 millones de personas que usan Facebook, no han sido pocas las organizaciones civiles que se han encomendado a la tarea de -una vez más- promover que quienes usamos plataformas sociales seamos más conscientes de que no existe el concepto “gratis” cuando hablamos de empresas multimillonarias que albergan nuestras interacciones sociales.
En esta entrega no hablaremos del escándalo de Facebook sino de una serie de políticas que -como las que abordamos en la entrega anterior– pasaron desapercibidas para la mayoría de las usuarias, ahora en Twitter.
Así es, la red social que ocupa el segundo lugar en el corazón de las cibernautas realizó una polémica actualización en sus políticas de privacidad en 2017. Sin embargo, las verdaderas consecuencias de esas actualizaciones están comenzando a cobrar sentido hasta ahora que la venta y el almacenamiento de datos navegación cobran más relevancia.
Si aún no estás al día con las implicaciones detrás del manejo indiscriminado y con fines de lucro de sus datos de navegación, en resumen podríamos decir que estos datos nos permiten trazar perfiles precisos de quienes somos a través de nuestro “comportamiento en la red”. Lo cual se traduce a: la constante recolección de información en torno a qué sitios usamos, con qué frecuencia, a qué hora, con quién nos vinculamos y desde qué plataformas nos vinculamos, qué cosas consumimos y desde dónde las consumimos. Nos define -a veces- más precisamente que nosotras mismas.
Twitter cobró una inmensa popularidad durante el 2012, en el contexto de la llamada Primavera Árabe; cuando jóvenes de Egipto, Túnez y Yemen desarrollaron estrategias para coordinarse a través de esta plataforma para darle cuerpo a un movimiento que nació con una voz imparable y tomando por sorpresa a un gobierno opresor que no había considerado el poder de las comunidades digitales, hasta entonces.
De esta forma, Twitter se posicionó como un medio dispuesto al servicio de las luchas sociales y la libertad de expresión. Incluso, adoptó una vanguardista configuración de navegación llamada “Do Not Track” (No rastreen) desarrollada por la EFF (Electronic Frontier Foundation/ Fundación Fronteras Electrónicas) para promover la privacidad de las usuarias en su plataforma.
En junio de 2017, esta característica y otras que estaban dispuestas para proteger la libertad de expresión, navegación y la privacidad fueron abandonadas por la empresa a favor de enriquecer sus ganancias a través de la venta y recolección de datos.
Lo que demuestra, una vez más que para estas empresas (incluyo a Facebook y a Google, por supuesto) nosotras, las personas que usamos sus servicios, somos sus obreras leales dispuestas a proveerles información valiosísima a cambio de la ilusión de un mundo hiperconectado, hipercomunicado, hiper globalizado en el que sólo los grandes inversionistas se enriquecen.
Además de abandonar DNT, Twitter amplió el tiempo de recolección de datos (ojo: no sólo los datos que haces públicos en tu TL, sino también los datos de mensajes directos entendidos como “conversaciones privadas”) de 10 días a 30 días. Lo cual también incluye las páginas que visitas desde Twitter: haciendo la plataforma más atractiva para la publicidad digital y menos segura para tu información (afiliaciones, fetiches, etc.)
¡Salvando lo mejor (de lo peor) para el final! Twitter, de acuerdo a su política de privacidad más reciente, podrá compartir tu: nombre, correo, ubicación y otros datos personales (como tu género, edad y teléfono, en caso de tener tu cuenta verificada).
Si el comprador quiere usar esos datos, tendrá que pedir la aprobación de la usuaria (sin especificar un protocolo para ello)… Tomando en cuenta que no solemos detenernos a leer los avisos de privacidad cuando accedemos a links desde esta plataforma -o cualquier otra- es probable que ya hayas cedido el acceso a tus datos sin darte cuenta.
¿Hay una opción para seguir en contacto con tus personas favoritas sin tener que quemar las naves de la vida digital? ¡Claro! Y hablaremos de ellas a detalle más adelante, por ahora vale la pena detenernos un poco a reflexionar en torno a lo que pasa actualmente, nuestros hábitos digitales y el valor de nuestros datos: empecemos por el brillante proyecto Me and My Shadow (Yo y mi sombra)
¿Qué hacer mientras tanto? Si, siendo honestas, no vas a cerrar tus cuentas de Facebook ni Twitter (aunque es altamente recomendable) empecemos por habilitar algunos candados de privacidad con esta guía de la EFF e instalar Privacy Badger.
Ahora que -si ya andas en llamas con esto- cámbiate de navegador (Chrome, Firefox, Edge) y usa Brave, desarrollado por personas expertas en seguridad pensando en las usuarias que apenas le andan agarrando la onda a esto (ya está pre-configurado con herramientas para promover la privacidad en línea).
Tomemos acciones hacia una navegación más segura y autónoma, amigas (;