Los teclados hierven, las pantallas revientan de verde estridente y el torrente de mensajes, videos, flyers y Gifs nos hacen temblar de emoción donde sea que estemos. Quienes acompañamos desde fuera del país el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en la Argentina atestiguamos de manera significativa una serie de acciones de solidaridad digital que impactan en el espacio público y en la agenda política del país.
De manera transformadora, la Ley IVE se estructura “en nombre de la salud pública y de la autonomía de los cuerpos de todas las personas con capacidad de gestar”.
Resulta desafiante analizar los entretejidos digitales con lentes feministas, enriquecer los debates y nuestras luchas enmarcadas en la autonomía de nuestras cuerpas, así como de las tecnologías que usamos. Los relatos en primera persona estremecen, las denuncias de violencia callejera hacia las abortistas se multiplican y los memes sobre los argumentos imposibles de los antiderechos se viralizan. Todo se remixea en nuestros mundillos digitales.
Es necesario detenerse. Que no pase desapercibido el grito fundamental:“Que se terminen esos viajes a la clandestinidad de muchas con todo tipo de secuelas, ese viaje a la muerte de tantas que duele, la condena en todo sentido de las mujeres que necesitan o deciden abortar, la tortura a la que son sometidas las niñas y adolescentes que son violadas y se les exige seguir adelante con su embarazo”, relata la comunicadora argentina Ana Correa en carne propia.
Las mujeres y varones trans decidimos sobre nuestras cuerpas, cabe aclarar que arriesgamos la vida con prácticas clandestinas mientras las sociedades en las que vivimos discuten (o bloquean) el debate sobre el aborto. Las cuerpas son un territorio en disputa e internet también lo es. Los algoritmos que ordenan, clasifican y amasan los datos que alimentan a la Red constituyen la fuente de ingresos más grande de los conglomerados Facebook, Google y Twitter, así como detentan el acceso a los detalles más íntimos de nuestras vidas.
En el mapa de América Latinay el Caribe sólo tres países (Cuba, Uruguay y Guyana) y un distrito (Ciudad de México) cuentan con legislación y políticas públicas que garantizan y reconocen en la interrupción voluntaria del embarazo, el derecho a la salud integral de las mujeres. En el resto de los países los gobiernos siguen persiguiendo, condenando y siendo responsables de que el aborto inseguro sea la principal causa por la que mueren las personas gestantes.
Investigadoras-activistas escribimos y construimos teoría, centrada en el rastreo de los debates políticos en internet. Twitter, en el caso #LibertadParaBelen, fue una de las plataformas más utilizadas para dirimir batallas digitales relativas al aborto en la Argentina. Durante los últimos tres años etiquetas (hashtags) como #YoAborté #JuntasAbortamos #LibertadParaBelen #AbortoLegalYa, junto a la presencia constante de los “pañuelazos”, marchas y concentraciones públicas dieron consistencia real y urgente a un reclamo que quema. El debate, que lleva más de 20 años colocado en la agenda de movimientos sociales gracias a la tenacidad de las feministas históricas de Argentina, dejó por fin de ser eludido.
Sin bots ni servicios contratados a terceros, las colectivas y activistas auto-organizadas en las redes y las calles supieron integrarse, enredarse en enjambres de abejas digitales inteligentes y generosas, con una identidad diversa y un horizonte unificador. La investigadora de redes sociales y TICs, Claudia Laudano, señaló en el pasado debate público del mes de junio en el Congreso argentino que el fenómeno hoy conocido como “marea verde” se expresa a diario en múltiples instancias de la esfera pública y aumenta su fuerza con una “comunidad interpretativa sólida a favor del aborto”.
Rastros digitales para una arqueología ciberfeminista
Nuestras vidas en internet dejan rastros a cada paso. En la Red toda acción va acompañada de su sombra, estamos todo el tiempo comunicando (salvo que tomemos medidas de seguridad digital específicas destinadas a disminuir las huellas). Todos los datos digitales generan rastros y esa información en manos de terceras partes cuenta una historia muy detallada de nuestras vidas y actividades.
Las plataformas sociales más populares se basan en filtros de selección de noticias relevantes muy distintos y, por lo tanto, producen diferentes regímenes de visibilidad, tal como señala el investigador bielorruso Egveny Morozov. Esto significa que si la página de inicio de quien escribe en la red social privativa del pajarito, se tiñe de verde a favor del aborto legal, no se deduce de ello que todas estemos observando lo mismo en nuestras líneas de tiempo (timelines) twitteras.
Si una red como Twitter nos hace leer realidades distintas según nuestros intereses pero cercanas a razón de nuestras preferencias de contactos o de perfiles que seguimos ¿cómo encontrar un punto en común en el análisis? ¿de qué manera unificamos una lectura si desconocemos los algoritmos y sus decisiones editoriales funcionan como cajas negras? ¿De qué manera y con cuáles herramientas vamos a analizar más tarde las huellas que dejan nuestras conversaciones en estas plataformas privadas? ¿Qué nos dirán los rastros digitales (tweets) indexados en #AbortoLegalYa respecto de las conversaciones que se relacionan con el aborto en la Argentina?
Explica la doctora en publicidad Lucía Caro Castaño que la función del algoritmo tiende a sobre-representar lo ya elegido por otras personas e invisibilizar temas y vínculos con los que no nos hemos relacionado previamente. Esto significa que Twitter no nos muestra todo el “profundo mar” del debate si no apenas la puntita del iceberg, o aquello que preferimos ver.
Enfrentadas a la caja negra de una corporación de Sillicon Valley es muy probable que la intención de descifrar su código y abrirla sea un emprendimiento fallido. La naturaleza propietaria y extractivista nos cierra las puertas del acceso a su lógica. Su secreto de negocios es olfateado, sabemos que nuestros datos, interacciones y tiempo invertido en redes sociales digitales generan una enorme riqueza a empresarios del Norte global.
Como marea si marchamos todas juntas
Más allá de lo que vote el Senado argentino el #8A (8 de agosto), las feministas ya colocaron preguntas que permiten desnaturalizar la maternidad obligatoria en un lugar central. El derecho a decidir sobre nuestras cuerpas de manera informada, segura y gratuita contagia con una potencia impensada a las feministas de países vecinos que aún tienen vedado este derecho fundamental.
En las luchas como las de la despenalización del aborto y en su expresión digital encontramos la potencia de las colectivas y la fuerza huracanada de un activismo organizado. Nuestro mérito es atravesar las plataformas y los lenguajes. En ese sentido Facebook, Twitter, los blogs, los teléfonos celulares, entre otros actores no humanos, un día serán (¡por fin!) una minúscula parte de la historia.
Los carteles, los memes, los saltos emocionados de las pibas junto a las ancestras en las calles, el legado de las pioneras, las hijas, las originarias, las del pueblo, lxs gestantes, en asociación con otros actores no-humanos (personas, discursos, datos, desempleo, bajos salarios, informaciones sobre femicidios y violencia policial, medios internacionales, panfletos, piedras, etc.) son las acciones que nos llevan mucho más lejos de lo imaginado.
Los dinosaurios de la política se enfrentan a una opción binaria: aborto libre o aborto en la clandestinidad. Nosotras ya recorrimos gran parte del camino juntas, hacia un futuro verde de cuerpas y tecnologías libres.
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¿Quieres saber más sobre el ciberfeminismo y redes sociales?
Puedes leer Construir y comunicar un “nosotras” feminista desde los medios sociales. Una reflexión acerca del “feminismo del hashtag” de Lucía Castaño y el artículo ¡Feminismos! Eslabones fuertes del cambio social. escrito por Eva Cruels y Alex Hache.