[vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]Los feminismos se construyen de miradas múltiples y en esa multiplicidad radica su fortaleza. Por ello, es necesario reflexionar sobre las diferentes experiencias de vida y las violencias específicas que nos atraviesan a todas las mujeres*.
Las experiencias de otras nos permiten reconocer los sesgos machistas, clasistas o capacitistas de nuestras prácticas, en este sentido, vale la pena preguntarnos ¿qué sabemos sobre la violencia capacitista? ¿vemos constantemente en redes a mujeres que viven en situación de discapacidad? ¿qué prejuicios tenemos sobre ellas?
El capacitismo es la discriminación específica que viven las personas con discapacidad y en México hay 11 millones de mujeres (INEGI, 2020) que se encuentran en situación de vulnerabilidad ante este tipo de violencia. La violencia capacitista está sostenida en prejuicios, estereotipos, estigmas y la falta de conocimiento sobre la diversidad de necesidades y deseos de las personas con discapacidad.
Platicamos con Eli, Dana y Trini de Femidiscas, la Red Nacional de Mujeres con Discapacidad (quienes toman el espacio digital para desarrollar su activismo), y reflexionamos sobre feminismos y protesta desde sus experiencias.[/vc_column_text][divider line_type=»No Line»][vc_custom_heading text=»Contra el capacitismo: principios de lucha» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Para Femidiscas, ser anti-capacitistas significa cuestionar al sistema capitalista que considera que hay cuerpos más válidos que otros, pues los cuerpos que no pueden producir y ser funcionales al sistema, en este caso los cuerpos de las personas con discapacidad, son excluidos y aislados.
Por eso, para su red es sumamente importante escuchar al cuerpo, entenderse desde la corporalidad, poder hablar del dolor y tener derecho a la pausa.
“La manera más contundente que hemos tenido nosotras para intentar ser anticapacitistas, es ir contra la lógica de desgaste de la vida, contra la lógica del capitalismo que te exige producir, estar en chinga, etc. Eso es para nosotras lo más revolucionario que estamos haciendo: cuidar nuestros cuerpos, cuidar nuestros tiempos, cuidarnos las unas a las otras.”
Para ellas es necesario reconocer la diversidad de experiencias de las mujeres con discapacidad, así como sus necesidades, deseos y las violencias específicas a las que se enfrentan. Por eso deciden hablar siempre en primera persona, para acentuar y valorar las distintas vivencias de cada una, siempre acompañadas y aprendiendo de las otras. Discas, locas, enfermas, neuro divergentes: cada una se reconoce y nombra de forma distinta.[/vc_column_text][divider line_type=»No Line»][vc_custom_heading text=»Eli, Lo que no se nombra no existe» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][image_with_animation image_url=»9181″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Elizabeth Pérez es psicoterapeuta, terapeuta sexual, activista feminista, defensora de los derechos de las personas en situación de discapacidad y coordinadora de Amor sin fronteras, una asociación civil que trabaja estos temas. Eli es una mujer con discapacidad visual de nacimiento y se nombra como una persona ciega.
Originaria de Huixtla, una comunidad indígena en los Altos de Chiapas y ahora residente de San Cristóbal de las Casas, para ella los feminismos significaron un lugar para comenzar a cuestionar la raíz de los tratos diferenciados que se les daban a las mujeres tanto en su familia como en las comunidades indígenas. Sin embargo, con el paso de los años y conforme avanzaba su activismo, Eli comenzó a notar la ausencia de las mujeres con discapacidad dentro de los feminismos.[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»«Yo decía “¿y en dónde estamos nosotras quienes vivimos algún tipo de discapacidad?” Me llamó mucho la atención el feminismo de la diversidad, pensé “quizás por ahí vayamos a encajar’”. Sin embargo, yo empiezo a ver estas carencias en los discursos, en las prácticas, en los saberes, en el accionar…”»][vc_column_text]Eli señala la falta de accesibilidad también en los espacios feministas, tanto físicos como digitales, y considera que es importante escucharnos constantemente y tener presente que existen cuerpos que interactúan de otras formas con el mundo, así como reconocer que algunos contenidos que generamos los medios o ciertas acciones de protesta no consideran a cuerpos en situación de discapacidad y esta exclusión limita su agencia.
Si bien el enfoque interseccional se ha vuelto un concepto cercano y ampliamente utilizado en los feminismos, para Eli es importante nombrar la violencia capacitista con todas sus letras, pues solo así podemos reconocerla dentro de nuestras propias prácticas y accionar al respecto.
“El cómo vamos construyendo nuestras realidades también depende de cómo lo nombramos. Lo que no se nombra no existe. Podemos hablar de otras intersecciones, pero no desde la discapacidad. Si bien existe el machismo, el sexismo, el racismo, también es importante puntualizar y empezar a acentuar que también existe un capacitismo y que también es un tipo de violencia el no nombrarlo”
Hablar sobre capacitismo nos permite reflexionar sobre las nociones de la enfermedad, el cuerpo, los cuidados y cómo a las mujeres en situación de discapacidad se les enseña no sólo cómo deben ser mujeres, sino cómo deben comportarse y vivir sus vidas según su discapacidad. También nos permite reconocer que la discapacidad es un espectro amplio y que en éste se viven experiencias muy diversas.
Para continuar construyendo un movimiento empático y no excluyente, Eli considera necesario que reconozcamos las diferentes experiencias de vida de las mujeres y tengamos presente que el sistema privilegia aquellos cuerpos que pueden medirse en parámetros de eficiencia y productividad. Para ella, escucharnos y tener un diálogo constante es indispensable para construir juntas.[/vc_column_text][divider line_type=»No Line»][vc_custom_heading text=»Dana, el ciberactivismo cambia vidas» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][image_with_animation image_url=»9180″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Daniela Herrera, alias Dana, alias @lepetitriot, es una ciberactivista de la Ciudad de México que lleva varios años dedicándose al activismo en pos de personas con enfermedades crónicas y discapacidad. Ella vive con un tipo de discapacidad conocida como “dinámica”, en la que según la sintomatología del cuerpo que la vive, puede requerir el uso de silla de ruedas un día o de andador y bastón al día siguiente.
Dana vivía con dolor crónico que era ignorado por los doctores; al atenderse, la causa de su dolor resultaba ser “algo emocional” o se encontraba constantemente con la narrativa de que “las mujeres se quejan de todo”. Ante estas violencias, fue en el mundo digital donde encontró una red de acompañamiento y aprendizaje de otras personas con enfermedades crónicas o discapacidad, y donde descubrió otros casos de mujeres que vivían con enfermedades crónicas cuyo diagnóstico llegó después de décadas de búsqueda, con la experiencia común de que su dolor de era diagnosticado como “histeria”:[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»“Para nosotros es muy importante el espacio cibernético, o al menos para mí y para muchos enfermos crónicos o personas con discapacidad porque se ha vuelto una extensión de nuestro cuerpo.»][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Yo tardé 33 años para encontrar mi diagnóstico, para que por fin me dijeran ‘no estás loca, no es que seas un fracaso emocional, tú solo naciste con una enfermedad genética’. Me encontré esta historia repetida una y otra y otra y otra vez, mujeres que tardaron 40 años para que les dieran su diagnóstico.»][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Parte de esta historia incluye el maltrato médico, el maltrato muy claro de género e incluso fue sorprendente darme cuenta que el diagnóstico de histeria sigue existiendo y lo siguen repartiendo como dulces.»][vc_column_text]La comunidad de personas con enfermedades crónicas, considera Dana, hacían ciberactivismo al compartir sus historias y experiencias. Este camino la llevó continuar involucrándose en la forma en que se construye socialmente la enfermedad y a seguir aprendiendo sobre las violencias específicas que viven las mujeres en el ámbito de la salud, por lo que remarca la importancia de cuestionarnos a quiénes seguimos, a quiénes leemos y compartimos en las redes, y preguntarnos por qué no vemos a mujeres en situación de discapacidad en nuestros feeds. [/vc_column_text][divider line_type=»No Line»][vc_custom_heading text=»Trini, Contra el estigma de la locura» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][image_with_animation image_url=»9183″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Trini Ibarra es una artista feminista en discapacidad psicosocial radicada en Mérida, Yucatán; hace collage, video y live cinema. Desde diciembre del año pasado forma parte de Femidiscas, donde ha podido explorar proyectos y reflexiones desde la red para generar diálogos respecto a la discapacidad.[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»“Me interesa mucho la fragmentación. Por mi experiencia con la discapacidad psicosocial, el trastorno bipolar, intento ahora hacer estos cruces con saberes feministas y reaprender continuamente sobre violencias de la cultura en la que estamos inscritos.”»][vc_column_text]Trini considera que las personas que viven con discapacidad psicosocial son aisladas del resto de la sociedad y se encuentran barreras actitudinales en las personas que les rodean, lo que contribuye a perpetuar el aislamiento. Sin embargo, remarca que la experiencia de la discapacidad psicosocial no es tan lejana como solemos aprender, sino que se encuentra en lo cotidiano y es algo que todes podemos llegar a experimentar a lo largo de nuestra vida.[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»“Nos damos cuenta que las experiencias otras no son tan otras. Según la OMS una de cada cuatro personas vivirá un trastorno mental a lo largo de su vida. Todos estamos implicados en diferentes grados, tiempos o momentos, ya sea al compartir o transitar con alguien que tiene esta condición”»][vc_column_text]Su trabajo enfatiza la importancia de visibilizar las experiencias de la discapacidad psicosocial, así como generar narrativas de mujeres que hagan frente a la falta de representación, al estigma y los prejuicios alrededor de la salud mental. Su obra también nos invita a hacernos preguntas acerca de cómo se construye socialmente la locura y los trastornos mentales, pues la falta de conocimiento sobre estos se traducen en violencia, en falta de oportunidades, de espacios y de entendimiento. Trini nos recuerda que hay estados que no son ajenos a ningún ser humano y hay que reconocer nuestra fragilidad, así como la posibilidad que tenemos todes de enfermar.[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»“De acuerdo a mi experiencia, es necesario hablar más de dolor, de soledad y de estos estados escondidos que no son presentados, que son socialmente ocultados, como la discapacidad psicosocial”.»][vc_column_text]Para ella la cordura está sobrevalorada y remarca que pocas veces se visibiliza lo que la locura o los estados psicóticos pueden enseñarnos sobre nosotres mismes, y que es importante hablar sobre esos procesos, así como socializarlos y generar conversaciones al respecto.
Aquí puedes checar su trabajo: https://www.triniibarra.com/
Aun cuando las discapacidades con las que viven las mujeres que conforman la red de Femidiscas no son iguales, parte de sus experiencias se cruzan y el entendimiento con otras mujeres de la Red ha significado un cambio en sus vidas. Para Eli, Dana y Trini, Femidiscas es un espacio para la creación, la reflexión y la protesta, pero sobre todo es un lugar de encuentro, de acompañamiento, de comprensión y de apapacho frente a un mundo que constantemente las violenta.
En palabras de Eli, “Femidiscas busca visibilizar, acentuar, criticar, construir y deconstruir” y su intención es que esta red sea un lugar donde otras mujeres en situación de discapacidad puedan encontrarse, sentirse escuchadas y desde el cual ellas mismas puedan comenzar a cuestionar las formas en que se viven dentro de su propia discapacidad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]