Responder a la situación de violencia y muerte que existe contra los cuerpos de las mujeres cis y trans se puede hacer desde el reconocimiento y celebración de las diferencias, así lo hizo “Estado de emergencia” un proyecto artístico que se realizó del 10 al 14 de noviembre en la Ciudad de México y fue coordinado por Lorena Wolffer (México) en colaboración con Jennifer Tyburczy (Estados Unidos) y María Laura Rosa (Argentina)
Como lo han hecho otras obras y performance de Wolfer, Estado de Emergencia se pensó desde la urgencia de incidir en el espacio público y real en el que sucedieron algunas de estas violencias feminicidas y transfeminicidas, y frente a las instancias que están obligadas a garantizar el acceso e implementación de la justicia.
Fue así que el proyecto se situó en cuatro puntos de la ciudad, con el ánimo de resignificarlos y habilitarlos como puntos de resiliencia y resistencia política, en los cuales se desplegaron propuestas artísticas y salas públicas de discusión y diálogo, con diferentes interlocutoras, activistas, artistas, académicas e investigadoras.
Entre ellas se encontraban: Luana Saturnino Tvardovskas (Brazil), Alexandra Rodríguez de Ruíz (Estados Unidos-México), Araceli Osorio Martínez (México), Soledad Novoa Donoso (Chile), Andrea Medina Rosas (México), Jessica Marjane Durán Franco (México), Tamara Ibarra (México), Ileana Diéguez (Cuba-México), Kenya Cuevas Fuentes (México), Natalia Cruz (México), Cristiane Brandão (Brazil-México), Mariana Berlanga Gayón (México), Lulú Barrera (México) y Julia Antivilo (Chile-México).
Esta intervención en el espacio público vinculó a partir del diálogo y las prácticas artísticas, las opiniones y sentires de la comunidad en general, así como de las personas afectadas por dicha violencia, labor que no logran los espacios académicos y artísticos. También es un proyecto que reclama la memoria de la ciudad, defiende la importancia de nombrar y reconocer lo que ha pasado, con el interés de pensar sobre ¿qué hemos logrado? y especialmente ¿qué podemos seguir haciendo?
Así la activación de estos puntos en la ciudad logró visibilizar que existe un camino de lucha y resistencia que quiere cambiar las cosas, por lo cual es fundamental llevar estas discusiones y conversar con las personas que habitan esos espacios específicos. Aunado a lo anterior también se facilitaron talleres de defensa personal y seguridad digital, así como asesorías legales gratuitas en diferentes lugares de la ciudad.
PUNTOS DE RESILIENCIA
Puente de Alvarado, una de las calzadas con más antigüedad de la Ciudad de México, fue identificado como Punto 1. Ahí se realizó la performance “Anti-cumpleaños” de Lía García (la Novia Sirena) y Natalia Lane (México). Ese es el lugar en donde Paola Ledezma fue asesinada en el 2016 en un acto que puso en evidencia la transfobia que aún se vive en la capital del país.
Paola fue trabajadora sexual en este punto durante más de cinco años. Se trata de una zona en la que las mujeres trans ponen sus cuerpos y han recibido muchos tipos de violencia que incluso han acabado con sus vidas.
Esta performance además de visibilizar las violencias que viven las compañeras trans en el trabajo sexual buscó resignificar un punto de dolor, desde una performance colectiva, como un acto de conmemoración a través de la celebración, la alegría y los afectos, de la existencia de las mujeres trans, de las que ya no están y de las que aún siguen.
Natalia Lane señaló que es necesario denunciar la violencia que recibe esta comunidad, pero a su vez reivindicar otras narrativas sobre las mujeres trans en la Ciudad de México “que no solamente reflejen el dolor y la violencia que estructuralmente vivimos la mujeres sino la alegría y la dignidad que también hay entre nosotras”.
La acción incluyó las voces de las compañeras trabajadoras sexuales y las voces de otras mujeres trans que son parte de espacios, artísticos, académicos y gubernamentales. Así mismo la acción visibilizó la alianza de mujeres diversas, y la confluencia de personas aliadas, travestis, no-binarias y compañeros aliados, y amplió de manera colectiva sus voces. Como nos recuerda Lia, alzar la voz de forma colectiva tiene que ver con rechazar la normalización de la violencia y cómo ésta es ahora la manera en la que vivimos: “Vivimos en estado de emergencia”.
En Ciudad Universitaria, se localizó el Punto 2, en donde se hizo un acto de presencia a través de recorrer el espacio con stickers y playeras para no olvidar el lugar en el que Lesvy Berlín Rivera Osorio fue asesinada en el 2017 por Jorge Luis González, y convirtiéndolo así en un espacio de memoria y en el que el silencio no puede ser una condición.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue el punto de activación 3. Ahí, la colectiva cuir-feminista Invasorix convocó a diferentes mujeres a realizar un corrido feminista, apropiándose del talante heroico y masculinista de este género musical, para cantarlo frente a dicha institución. Con esta canción realizaron un homenaje y reconocimiento histórico a labor de las madres de mujeres asesinadas en México, quienes han sido en primera instancia las que han exigido y han volcado sus esfuerzos en busca de una justicia digna para sus hijas.
“Nos quitaron la fuerza, nosotras la recuperamos. Aliadas trabajamos, de la mano caminamos. Si tocan a una, nos les vamos todas juntas”
La justicia tiene caras. Fragmento letra. Corrida Justiciera. Invasorix
De la misma manera esta acción denunció la negligencia y la impunidad con la que actúan las autoridades de justicia, señalando así su principal responsabilidad en el estado actual de las cosas. “La justicia tiene caras”, como se titula el corrido, declara que hay nombres y apellidos de quienes defienden la verdad de estas muertes y al mismo tiempo de quienes no hacen nada por ellas.
“Qué justicia queremos? La justicia feminista, La que nuestra cuerpa desea, la de sin miedo andar. Tenemos derecho a la noche a la vida y la libertad”
La justicia tiene caras. Fragmento letra. Corrida Justiciera. Invasorix
Frente a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia, (Punto 4), la artista Cerrucha con su proyecto Azucar Rabiosa puso a las personas a bailar salsa en la vía pública a través de la creación de una canción creada de forma colectiva.. La letra de la música incorpora los mensajes de personas que llamaron a una línea telefónica que la artista dispuso, para recabar las respuestas sobre: ¿de qué manera les afectaba la muerte de mujeres*? y ¿qué opiniones y peticiones le hacen a la PGJ frente a esta desmedida situación de violencia?
Para la artista su interés radica en visibilizar nuestros cuerpos en el espacio público y reivindicar el hecho de estar vivas gozando, estamos en un estado verdaderamente deplorable y no nos podemos dar el lujo de no hacer nada, y no nos podemos dar el lujo de solamente sentarnos a llorar” así comprende la denuncia, la resistencia y el goce como algo articulado, para no quedarnos inmovilizadas y defender la vida gozando.
Cerrucha nos recuerda que los aprendizajes en este camino de denuncia y visibilización es reconocer que no estamos solas y que se puede escoger desde qué lugar accionar. Desde el arte se abre la posibilidad de proponer un lugar distinto al dolor, un reto que nos hace reconocer nuestra propia existencia, nuestra lucha y nuestra memoria desde una dimensión creativa y de agencia que puede desplazar las representaciones victimizantes e igual de violentas, que hacen los medios judiciales y de comunicación hegemónicos.
Estado de emergencia, permitió como menciona la activista Natalia Lane: tejer memoria, reconocimiento y alianzas entre nosotras, dar lugar a las historias de violencia, de resistencia y de vida que nos constituyen en la vida cotidiana. Defender nuestra voz y existencia en el espacio público, así como proponer reflexiones y prácticas artísticas que atiendan nuestra realidad inmediata.
Es necesario desnaturalizar el estado de las cosas donde los cuerpos de las mujeres somos desechables, dispensables y nuestra muerte es normal, en este sentido pensar una justicia feminista quizá sea procurar la posibilidad real de que cualquier mujer pueda vivir sin miedo sea en su casa o en la calle.