En el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, al igual que en muchas otras sociedades a nivel mundial, son las mujeres quienes sostienen los rituales religiosos de la Semana Santa. En la religión católica, las mujeres fueron (y continúan) excluidas de los puestos de toma de decisiones dentro de la iglesia. Sin embargo, son ellas quienes más participan cumpliendo con roles y mandatos de género al realizar actividades asociadas a lo femenino y a lo que supone ser mujer en una sociedad como esta, actividades que de alguna u otra forma, garantizan la continuidad de las rituales católicos.
Las personas que habitan el Istmo son, en su mayoría, personas de origen indígena pertenecientes a la etnia zapoteca donde las figuras de las Xhela-Xuanas y los Xuanas (pareja de mujer y hombre que representan la autoridad máxima en cada barrio) son quienes lideran, coordinan y vigilan que los rituales se realicen con base en sus tradiciones y sistemas normativos con un enorme sincretismo.
Previo al inicio de la “Semana Mayor”, cada viernes de cuaresma, las mujeres de los barrios hermanos acuden a la iglesia en turno para “dar cariño” a la Xela- Xuana, ayudan a desgranar el maíz para elaborar los tradicionales tamales de iguana. El sexto viernes de cuaresma, el Barrio de Laborío en la ciudad de Tehuantepec es la sede de dicho evento en el que únicamente participan las mujeres. El ritual es una mezcla entre religión, picardía y diversión, lo interesante fue que ninguna de las presentes me supo explicar cómo surge o porqué sucede esta tradición.
Cuando les pregunto porque traen jabón para lavar, aceite de cocina y papel de baño, me contestan que es importante traer cosas que sean útiles. En la cultura zapoteca, los ritos, las costumbres y las tradiciones también vigilan que los roles de género se refuercen. Un ejemplo de ello es la fuerte participación de los muxes durante estos días. Sin embargo, realizan únicamente labores asociadas a roles femeninos como lavar, cocinar, rezar y cuidar a los santos en las iglesias, su presencia, ha generado fricciones en los barrios, razón por la cual únicamente se les permite participar en estos días vestidos como varones.
Los zapotecos, son la única etnia en México que visita a sus muertos durante la Semana Santa, se acostumbra adornar las tumbas con flores muy olorosas y coloridas, las familias enteras acuden cargadas de algo para sentarse, comida, bebidas, música y postres para compartir con sus difuntos y visitar las sepulturas agrietadas y con techos frágiles. En el Istmo aún son visibles las fuertes afectaciones por el sismo de 2017, las iglesias presentan daños importantes, algunas están agrietadas, llenas de polines para sostenerlas o aún cerradas por los daños que sufrieron.
Entre rituales solemnes y otros muy alegres, anduve entre procesiones, las nahuas coloridas de las señoras, los holanes de los trajes de luto, las trenzas con listones, el olor a mole de iguana, a tamalitos y a chocolate. Esta serie de fotografías es una muestra de que dentro de la cocina, acompañando a las comadres, a las tías y a las abuelas, las mujeres se organizan y tejen lazos de solidaridad, ven maneras de divertirse, generar y preservar espacios que para ellas significan alegría y gozo.
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