La política antiinmigrante de Donald Trump está agravando las condiciones de invisibilización y precariedad que, desde siempre, viven las mujeres latinas que trabajan o viven en Estados Unidos. Desde hace casi 30 años, la organización Mujeres Unidas y Activas (MUA) muestra cómo las mujeres migrantes no son víctimas pasivas de ese contexto sino agentes sociales y políticos capaces de elaborar estrategias y mecanismos para sobreponerse a las experiencias de violencia, al mismo tiempo que representa un espacio para que las mujeres puedan resignificar sus historias como un acto terapéutico, político y sobre todo encaminado a crear lazos de solidaridad y compromiso social.
Mujeres Unidas y Activas nació en 1990, cuando ocho latinas migrantes decidieron reunirse, sin una estructura o agenda predeterminada, únicamente con la intención de conversar entre ellas sobre los problemas cotidianos a los que se enfrentaban. Con el paso de los meses, las reuniones comenzaron a realizarse de forma más frecuente, lo que evidenció que era necesario contar con un servicio de cuidado de hijas, hijos, nietas y nietos que les permitiera asistir a las reuniones. Desde ese momento MUA cuenta con un área de cuidado infantil realizado por las mismas integrantes. Quienes están al frente de este trabajo se capacitan y profesionalizan en este servicio.
Actualmente, MUA cuenta con una membresía de 500 mujeres y tiene dos oficinas: en San Francisco, en el emblemático edificio de The Women`s Building en el distrito de la Mission, y en Oakland en el distrito de Fruitvale, en el corazón de la comunidad latina de dicha ciudad.
Juana Flores, la señora Juanita -como le dicen de cariño en la organización-, se integró como miembra de base de la organización en 1991, y su historia es emblemática del tipo de participación política que propone MUA. A muy temprana edad se empleó como trabajadora del hogar en México, al migrar a Estados Unidos continuó laborando en ese ámbito, donde se enfrentó a violencia psicológica, aislamiento, e intimidación.
Cuando llegué a MUA, empecé a escuchar que las mujeres tenemos derechos, que valemos mucho, escuché sobre el ciclo de la violencia doméstica. Así (fue) como que me fui enderezando, fui agarrando fuerza. Yo seguí trabajando, limpiando casas o cuidando niños, (y como) yo ya sabía mis derechos, yo ya decía “no, lo que me estás pagando no es lo justo, entonces no te trabajo”, o “quiero tanto”. Aprendí a negociar, que tengo derechos aunque no tenga documentos y que no tenía por qué tener miedo.
En Estados Unidos, las mujeres migrantes se enfrentan a situaciones de violencia de género, tanto en el ámbito privado como en sus lugares de trabajo. Generalmente se insertan en los trabajos de cuidado o del hogar, en los cuales las condiciones de protección social e ingresos suelen ser precarias, sin contratos que garanticen sus derechos como trabajadoras, con baja remuneración y con una carga de trabajo abrumadora que limita sus posibilidades de participación política.
La actual administración de Trump está consolidando procesos de invisibilización de la exclusión y la violencia doméstica: recortes en programas de asistencia legal y la actual política antiinmigrante dificulta a las mujeres escapar de situaciones de abuso por el miedo a ser deportadas. De acuerdo con una investigación de The Nation el 40% de mujeres que iniciaron un proceso legal se retiró de él debido a ese temor, se ha señalado que las mujeres le tienen más miedo a la policía que a permanecer con sus abusadores.
Juanita, es parte de ese contexto, tras conocer más sobre sus derechos, en 1994 se integró al staff de MUA y se enfocó más en trabajar en las coaliciones de MUA, en las campañas legislativas y en los procesos de toma de decisiones, con el objetivo de que las mujeres migrantes expresaran por ellas mismas sus necesidades.
En 2011, como parte de las negociaciones para la aprobación del Convenio 189 sobre las y los trabajadores domésticos y junto con Guillermina Castellanos, una de las fundadoras de Mujeres Unidas, Juanita logró ser la voz de las trabajadoras del hogar en Estados Unidos, voz que siempre estaba mediada por los sindicatos.
“Para quienes hemos sido trabajadoras del hogar, (sabemos que) es un área donde hay mucha humillación, mucho abuso, te tratan como nada, el trabajo se ve como insignificante, te tratan de lo peor. Cuando pasó el convenio, ¡ay! yo sí estaba llore y llore, porque me acordaba de mi mamá y mis abuelitas que también fueron trabajadoras del hogar y ¿quién las reconocía? Nadie. Si no fuera por nosotras, yo siempre digo, este mundo está en deuda con las mujeres, cuándo se nos va a pagar todo lo que hacemos. Yo sé que nos falta mucho, hay países que lo están ratificando, hay que empujar a que sí lo ratifiquen, que lo cumplan.
Actualmente Juanita es directora de MUA y ha sido representante de la organización y de la Alianza Nacional de las Trabajadoras del Hogar en España, Italia, Suiza, Francia, Indonesia, entre otros países.
En MUA las mujeres utilizan sus historias, sus testimonios, sus voces, como un acto político, además de realizar talleres informativos, que abarcan una diversidad de temas como salud mental, autocuidado, estrés, violencia doméstica, también dan el espacio para que las participantes puedan compartir sus vivencias. De manera mensual se lleva a cabo una reunión sin ningún tema asignado, llamada “de desahogo”, con el objetivo de que las miembras compartan sus sentimientos e ideas sobre situaciones que están atravesando.
María Jiménez, directora de programas de MUA, me explicó cómo buscan construir el liderazgo de las trabajadoras migrantes:
Tenemos una doble misión y está engarzada. La primera parte es sobre la transformación personal, cómo las mujeres tenemos que conocernos, descubrir que aunque no tengas documentos, aunque no hables inglés, aunque no estés en tu país, tú tienes derechos como mujer, como trabajadora, como inmigrante. A partir de la transformación personal después viene el poder comunitario, luchar por la justicia social. La primera parte es sobre autoestima personal y esa misma parte te lleva decir, yo voy a parar muchos de los abusos, voy a hablar por mi propia voz, yo cómo migrante tengo voz, me faltan otras cosas pero tengo mi voz, tengo mi dignidad como migrante y voy a ejercerla.
Desde la primera vez que asisten a las oficinas de MUA, se invita a las mujeres a participar en acciones políticas y talleres. Pueden elegir sumarse al “Entrenamiento de Liderazgo y Unidad para el Poder Comunitario”, punto de inicio para convertirse en organizadoras políticas, y/o sumarse al entrenamiento de “Consejería”, que provee herramientas para apoyar a otras mujeres en sesiones individualizadas y actividades de acompañamiento.
Las consejerías parten de una perspectiva feminista de apoyo mutuo, quienes reciben este entrenamiento asisten al programa “Consejeras del Alma”, en él obtienen una certificación estatal para actuar como consejeras en crisis de violencia doméstica y asalto sexual. Las consejeras del alma son una forma autogestionada de recibir apoyo en materia de salud mental básica a la que muchas mujeres migrantes no pueden acceder por limitaciones económicas e incluso culturales, como me explicó María:
El modelo lo creamos porque es un privilegio tener salud mental aquí, como migrantes no tenemos un seguro y es difícil acceder a esos servicios y muchas de las experiencias que vivimos como migrantes son detonantes bastante fuertes que nos afectan. Diseñamos el programa para entrenar a las mujeres como una guía, que llamamos consejeras del alma. Ellas son las primeras que te atienden y te acompañan a los servicios y son muy importantes porque a esas mismas consejeras ya las tenemos en los refugios de violencia doméstica donde no hay gente que hable español, y es bien interesante porque algunas de ellas vivieron en esos refugios y regresan como consejeras. Eso es muy poderoso, si escuchas que ella es consejera y sabes que vivió en un refugio, te da más esperanza.
En la segunda parte de la misión MUA tiene una rama dedicada a la educación política, a través de talleres, entrenamientos y conversaciones dentro del grupo. En nuestra conversación Laura Camberos, coordinadora de Programas, recordó su respuesta ante la educación política cuando llegó a la organización:
Me interesó muchísimo la educación que MUA me ofreció a mí, de entender un poquito el líder interno que yo tenía y la capacidad que tenía como activista. Realmente fue una motivación muy grande el saber que nuestra voz contaba mucho, que si queremos cambios tenemos que entender el sistema y que tenemos mucho poder en hacer cambios, nosotras tenemos que hablar porque nos han enseñado a callar mucho. Por eso es bien importante informarnos y educarnos, conocer que como migrantes estamos siendo afectadas por las leyes y la política interna de este país y cómo aunque muchas no tengan estatus migratorio, eso no nos hace menos.
El poseer información es una forma a través de la cual las mujeres pueden incrementar su agencia individual y colectiva, como señaló María:
La primera parte, está muy bonita porque lloramos y subimos nuestra autoestima, pero si no trabajamos para defender los derechos de nosotros los migrantes nadie lo va a hacer y nadie mejor que nosotras para hacerlo. Nosotras tenemos que ir a luchar, pelear las leyes que nos afectan. Nosotras entrenamos a nuestra gente para que entiendan cómo funciona el congreso, cómo se mete una propuesta de ley, cómo pasa por diferentes oficinas, hasta que llega al gobernador, que la tiene que patrocinar un senador, todo eso. Aquí nosotras tenemos que empezar a interesarnos por todo esto, la educación te da poder.
Como resultado de la educación política, las miembras de la organización llevan a cabo diversas acciones en el espacio público, con ellas se contribuye a la creación de contradiscursos a las prácticas revictimizantes sobre las mujeres y a la retórica política de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense.
Entre los espacios más emblemáticos en donde se han realizado acciones polìticas se encuentran el Capitolio de Sacramento a nivel regional, y en Washington en donde se realizan visitas legislativas a tomadores de decisión. A nivel local, las manifestaciones se realizan en plazas públicas en Oakland y San Francisco, acciones fuera y dentro de las alcaldías de las mencionadas ciudades cuando se votan resoluciones que impactan a la comunidad migrante, así como en espacios de importancia simbólica como las oficinas de inmigración, cárceles y centros de de detención para apoyar a casos específicos de migrantes Detenidos y en general para pedir un alto a la deportación, a la separación familiar y a la encarcelación masiva de migrantes.
María habla de la importancia de esa participación política:
Porque hay varias cosas que rondan por ahí, dicen que las mujeres migrantes venimos a vivir aquí de la ayuda pública y nosotras queremos romper con esos mitos y empezar a decir realmente quienes somos las mujeres latinas: poderosas, fuertes, guerreras. Que nos gusta ganarnos las cosas, que luchamos constantemente. De “esas pobrecitas” no, esas grandes mujeres que pueden hacer muchas cosas. Lo más importante ahorita es que nosotros como migrantes salgamos a decir somos muy importantes, porque tenemos la capacidad de sostener dos economías: la economía de aquí y la economía de nuestro país. Somos una mano de obra que sin nosotros no pueden hacer muchas cosas y reconocer ese poder que tenemos y claro gran parte de todo lo que se está haciendo ahora es para mermar ese poder y para que vivamos aquí calladitos, pero no podemos hacerlo. Si vamos a vivir aquí, tenemos que vivir con mucha dignidad.
Por otra parte, al brindar información sobre la explotación laboral y cuestionar la invisibilización histórica de las migrantes latinas, participar en MUA es, también, una forma de adquirir herramientas para combatir abusos laborales y situaciones de explotación, reconocer el valor y la importancia del trabajo propio.
El trabajo en materia de derechos de las trabajadoras del hogar se convirtió desde el 2004 en la campaña central de MUA y uno de los grandes logros de la organización. Constantemente acuden a Washington D. C. para participar en las Asambleas Nacionales de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar (ANTH), así mismo, MUA lideró los esfuerzos para aprobar la Carta de Derechos de las Trabajadoras del Hogar de California-Domestic Worker Bill of Rights, que extiende protecciones de horas extra a asistentes personales o cuidadoras de niños, adultos mayores y personas con discapacidades.
MUA tiene claro que hablar, narrar sus experiencias es uno de los primeros actos de resistencia, que quiebran la situación de subordinación y generan posibilidades diversas de participación política a nivel local, regional, estatal e incluso internacional y construyen una política en la cual, las mujeres, sus historias, su agencia y sus necesidades son el centro.