[vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]Texto y fotografías: Silvana Flores Sánchez[/vc_column_text][vc_custom_heading text=»Marisa, mantener limpio el metro» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Me dicen que si vengo enojada cuando voy caminando. Me da risa y sigo a paso largo y pienso en lo que me dijo mi compañero antes de jubilarse: cuando vayas al trabajo échale paso largo y cuando vayas a tu casa, camina despacio”»][vc_column_text]Marisa es trabajadora de limpieza en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC), anda rápido entre los 31 millones 157 mil usuarias y usuarios que usan a diario la línea 8 del Metro. Toda la vida se ha dedicado a la limpieza y en otros tiempos fue tamalera. Ahora va despacio cuando va a casa.
Marisa levanta un unicel y lo mete a una bolsa negra, dice que la mayoría de la basura proviene de envases de plástico, prefiere los residuos sólidos a los residuos humanos, “¿qué es lo más desagradable que me ha pasado cómo trabajadora del Metro?”… encorva los labios y frunce el ceño, “Limpiar vómito. Pero la peor sorpresa que nos puede pasar es que no nos pagan nuestro salario, se atrasa más de 10 días y de ahí depende el bocado de nosotros”.
“Todos somos iguales aquí, si yo gano 100 pesos, él gana 100 pesos, las condiciones de trabajo son las mismas tanto para hombres como para mujeres, aquí lo más complicado son los atrasos en nuestro dinero”, la trabajadora toma camino hacia las escaleras y dice que ya se le hizo tarde para limpiar los vagones centrales El día laboral de Marisa comienza a las ocho de la mañana y termina hasta las nueve, y a pesar de su salario, ella se exige igual que un atleta en entrenamiento.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8734″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Ella es parte de las más de mil 200 mujeres que realizan labores de limpieza en el Metro. Tiene 57 años y es el sustento económico de su esposo, quien desde que está en silla de ruedas, trabaja de vez en cuando en un puesto de chácharas en el tianguis.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=»Susana, autoemplearse en el metro» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Susana tiene diferentes horarios, entra a la hora que puede y trabaja hasta que consigue dinero suficiente para sus cuatro hijos a quienes les dedica gran parte de la mañana cuidándolos y supervisando que tomen sus clases virtuales de primaria y secundaria. Susy, como la llaman sus compañeros y amigos, recorre la línea 2 del Metro más de 30 veces al día, esperando que los pasajeros y pasajeras le compren chocolates o artículos para celular y pueda regresar con algún ingreso a casa.. No tiene la seguridad de un salario fijo como las trabajadoras del Metro, pero labora dentro de las instalaciones como vagonera.[/vc_column_text][vc_column_text]De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el trabajo informal creció en México debido a la crisis sanitaria por la COVID-19. Susana comenzó a trabajar en las instalaciones del Sistema de Movilidad cuando tenía 14 años, hoy tiene 26 y las únicas condiciones laborales que conoce son las reglas de cuidado entre ella y sus compañeros. “Aquí todos nos tratamos por igual, somos familia”.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8737″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Tras 12 años de trabajo, Susana cuenta que jamás ha tenido roses con sus compañeros por el hecho de ser mujer, sin embargo, ha recibido insultos obscenos por parte de Policía Bancaria Industrial (PBI), además de haber sido agredida sexualmente con tocamientos disfrazados de inspecciones policiales o levantamientos de mercancía y robo de dinero por parte de los mismos elementos.[/vc_column_text][nectar_single_testimonial testimonial_style=»bold» color=»Accent-Color» quote=»Es un trabajo digno porque no estoy robando, a cambio de una moneda yo les ofrezco un producto. No tenemos un permiso para vender, pero no es un delito, es una falta administrativa”, dice.»][vc_column_text]Susana camina hacia las puertas del tren, espera a que cierren y grita “es el chocolate original de la Herchys, llévate esta rica botana sólo por 10 pesos”. “Tenemos derechos y no nos los hacen valer, sólo pido que la sociedad comprenda que también es un trabajo digno dentro de las instalaciones”, lamenta Susana mientras sostiene la bolsa de chocolates y se dirige a otro vagón a probar suerte.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8738″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_custom_heading text=»Paulina y Lucía, las primeras caras del metro» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]“Una vez una chica me dio un papelito que decía: gracias a ti el Metro se mueve y arrojó una tutsi pop por la ventanilla”, plática Paulina mientras continúa atendiendo la taquilla de una estación del Metro, mira a su compañera de ventana, Lucía le devuelve una risa de complicidad y concuerda que los usuarios y usuarias a veces pueden ser miel y otras ocasiones no comprenden que ellas no son las responsables de las fallas del Sistema.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8740″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]A Paulina y Lucía las unió el trabajo, son compañeras, forman parte de las más de 2 mil trabajadoras de taquilla del STC. Ellas son la primera línea entre las usuarias y usuarios y su ingreso al andén. Son ellas las que deben lidiar con situaciones que van desde explicar el por qué las fallas de las máquinas de recarga son ajenas al dinero de la taquilla, soportar gritos por no recibir billetes falsos, hasta amenazas de muerte por ir al sanitario.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8741″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Solamente Pantitlán línea-A, indios verdes línea-3, cuatro caminos línea-2 y pantitlán línea-9, reciben de 100 mil a 137 mil usuarios al día, “Los trabajadores de otras áreas piensan que nuestra labor es fácil, nos ponen diferentes apodos con índoles sexuales y cuentan chistes sobre el área exclusiva para faldas”, dice Paulina mientras corta dos boletos del Metro para el siguiente usuario.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=»Hemos sido nuestros hombros» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%2320c57e» use_theme_fonts=»yes»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Susana, Marisa, Paulina y Lucía ven el Metro desde una ventanilla que se volvió su trinchera, allí, todas coinciden en el gusto por trabajar dentro de las instalaciones, sin embargo, cada área tiene diferentes problemas, cuando piensan en el colapso de la Línea 12 del Metro se ven a ellas en diferentes escenarios:
Marisa, piensa en el señor de Chalco que falleció, los niños huérfanos y las personas atrapadas entre el escombro. Recuerda a su compañero de aseo que trabaja en dicha línea y se pregunta si aún estará con vida. Ella tiene miedo a una situación similar, pero sabe que sus circunstancias económicas no le permiten cambiar de transporte.
Mientras que Susana recuerda cuando apenas en marzo de 2021 un par de trenes chocaron en Tacubaya. Aquella vez la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheibaum, reportó 41 heridos y un fallecido, ahora, con el reciente colapso del tramo de la estación olivos-tezonco, se truncaron 26 vidas, hubo 34 internados y 52 hospitalizados, de acuerdo con información dada en la conferencia de prensa del Gobierno de la Ciudad de México el 4 de mayo.
En los recuerdos de la vagonera resuenan las denuncias que había desde que abrió la línea 12, en los rieles chillantes, en las malas condiciones en las cuales fue entregada. Ella ha visto a mucha gente arrojarse a las vías del tren, sin quererlo, se ha vuelto testigo del sucidio y del dolor de ver cómo la vida se desvanece por elección propia, pero en una muerte inesperada, una no escogida, no se imagina el dolor de la muerte sin elección.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8742″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Lucía menciona la tristeza que siente al ver el descuido del Metro, aunque está orgullosa de trabajar como taquillera, piensa en los usuarios y usuarias, en quienes denunciaron el desperfecto de la línea dorada, “Ojalá algún día vean a las familias, vean a la gente que perdió la seguridad de subir a las instalaciones, ojalá un día se humanicen las autoridades y vean por quienes usan el Metro y trabajan en él”.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8743″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Peinada con su coleta de caballo, Paulina recuerda las declaraciones de Florencia Serranía Soto, Directora del STC, quien culpa a los trabajadores de los incidentes de la Línea 12, fija la mirada en los boletos y señala el logo del Metro en el uniforme que porta con orgullo: “Andamos con el miedo de quitárnoslo o taparlo. Dentro y fuera de las taquillas los usuarios nos agreden, piensan que somos las culpables”.
Paulina y Lucía son compañeras de taquilla, con el paso de los años, han entendido tanto el llanto como la felicidad de cada una de las mujeres que conforman esa área, han vivido tantas historias que piensan que podrían escribir un libro. Piensan en el próximo día de la jornada, la hora de llegada y hora de salida, en los riesgos del trabajo, en las satisfacciones del mismo. Se despiden de un día más esperando verse al día siguiente y sabiendo que ellas son el Metro, una gran familia, donde sus propios hombros son para llorar y, con suerte, podrán volver a casa.[/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8744″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][/vc_column][/vc_row]