“Somatizamos mucho la indignación. Y ser feminista no es fácil: Si 24 horas estuviéramos despiertas, 24 horas estuviéramos indignadas… ¿cómo hacemos para que nuestro organismo tenga la energía necesaria para ir movilizando cargas de indignación, de rabia, de vergüenza, de duelo, de mucha impotencia ante múltiples formas de opresión que tenemos cotidianamente?” interpela Lorena Cabnal y lanza la pregunta, retórica por supuesto, porque ella lo sabe bien: la diversidad de formas de sanación de las mujeres en el mundo es potente.
Lorena Cabnal es una mujer que transgrede; que camina hacia las emancipaciones de los pueblos originarios. Es sanadora, feminista y defensora comunitaria originaria del pueblo Xinca-maya de Guatemala. Movida por la indignación, ella reivindica los Derechos Humanos de las mujeres guatemaltecas que están al pie de guerra por la defensa del territorio. Pero no sólo eso, habla desde la diversidad, reconoce también todas las luchas de mujeres en diferentes partes del mundo.
En un contexto lleno de violencia, de machismo, lesbofobia y odio, ¿cómo luchamos contra la desesperanza? Cuando no somos escuchadas, nos enojamos, gritamos. Se hace vital la sanación ¿te has puesto a pensar cómo vive tu cuerpo tus luchas?¿Cómo vives las culpas, los miedos, las vergüenzas? Lorena habla de la sanación política de los cuerpos como una necesidad.
Habla con fluidez y denuncia todas las violencias que pesan sobre los cuerpos de las mujeres: “Estamos haciendo una lucha muy fuerte, mujeres con cuerpos criminalizados, judicializados, presas políticas, desaparecidas, mujeres con órdenes de captura, hermanas que venimos de historias de Estado de sitio por defensa de la tierra”.
Para ella, las luchas y resistencias atraviesan nuestros cuerpos que han vivido múltiples opresiones y hace una convocatoria a las sanciones de esos cuerpos que están enfermos y cansados. Llama “Defensa del territorio cuerpo-tierra” a los procesos de sanación, recuperación emocional y espiritual de mujeres porque “desde los cuerpos es donde se han construído las opresiones del sistema patriarcal, el colonialismo, el racismo” pero también “en el cuerpo es donde radica la energía vital de emancipación, de la rebeldía, de la transgresión, de las resistencias, del erotismo como energía vital”.
Y lo hace desde la recuperación de las memorias ancestrales sanadoras de las mamás, las tías y de las abuelas: las cuentas de las fases lunares, el calendario maya, las hierbas, las piedras y la tierra son algunas de las formas en las que traen la revitalización de los cuerpos oprimidos de las mujeres. Aunque insiste: no hay una sola forma para hacerlo, sino una diversidad de caminos de sanación.
“Para nosotras entonces la sanación es política y es cósmica. Son dos hilos que se abrazan para levantar los cuerpos en este tiempo”
Para Lorena, salir a las calles, ir a las marchas, a los plantones, denunciar la violencia, dar lucha y resistencia es algo que no podemos seguir haciendo con cuerpos enfermos.
Ella nos convoca a una interpelación amorosa: cuidar nuestros cuerpos cansados y no dejar que se vaya la pasión por la resistencia cotidiana. “Convocarnos a la alegría, al placer, a la dicha, al disfrute aun en medio de todos los sistemas de opresión, patriarcales, colonialistas, racistas y capitalistas neoliberales”.
¡Nos pide sanar nuestras indignaciones! Acuerparnos como un acto de ternura con nosotras mismas, como un acto de transgresión y emancipación al sistema actual: cuidarnos cuando estamos acongojadas, buscar el goce dentro de nuestras resistencias. La lucha de Lorena es, entonces, también por la defensa de la vida y de la alegría. Claro, sin perder la indignación.