Para Lydia Alpízar, co-directora de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras), esta red funge como un mecanismo para enfrentar los obstáculos de activistas y defensoras de Derechos Humanos en la región, y se ha consolidado como un escudo feminista ante el contexto político, económico y cultural que amenaza la integridad de las mujeres que luchan porque la justicia se haga efectiva en sus cuerpos, territorios y movimientos.
De acuerdo con los registros de la IM-Defensoras, de 2015 a 2016 las agresiones contra mujeres activistas se duplicaron, de 735 a 1,462 respectivamente; y el aumento generalizado de la violencia en México, Honduras y Nicaragua pronostican un repunte de los ataques en 2017 y 2018.
Ante este panorama, la fundación de la IM-Defensoras en 2010 fue un proceso colectivo que reunió las intenciones de defensoras de derechos humanos feministas en México y Centroamérica, con el objetivo de generar alternativas de protección, autocuidado y seguridad para responder a la violencia que enfrentan las defensoras por la labor que realizan.
Todo comenzó con la elaboración de un diagnóstico que consistió en un primer esfuerzo por documentar la violencia contra las defensoras en Mesoamérica. Este informe fue posible gracias a que en el Primer Encuentro sobre Violencia contra Defensoras en el que participaron más de 50 mujeres de diferentes países de la región y diferentes movimientos sociales en el que se reportaron distintas formas de violencia vinculadas a su activismo.
De forma paralela, durante el Golpe de Estado de Honduras, el colectivo Feministas en Resistencia adquirió mayor visibilidad y requirió un acompañamiento constante a las activistas que sufrieron ataques. Para Lydia, la IM-Defensoras surgió en un momento en el que comenzó a ser evidente:
- El cierre sistemático a los espacios de participación.
- Un aumento alarmante de casos de represión.
- Que las defensoras no contaban con recursos y mecanismos de protección para responder a todas esas violencias.
Como correlato, la Declaración de los Defensores y Defensoras de los Derechos Humanos es una herramienta que permite entender que toda persona tiene derecho a defender sus derechos, en ese sentido:
“Es una herramienta más que afirma que ser activistas, tener sueños y querer cambiar nuestras realidades es de hecho, un derecho humano”.
Cuando IM-Defensoras logró constituirse como una red compuesta por defensoras y organizaciones de más de cinco países (México, Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador) las tendencias localizadas a nivel regional se convirtieron en interconexiones que permitieron generar estrategias de protección más potentes para contender de manera colectiva en un ambiente de represión y violencia; Lydia mencionó que la misión era justamente proporcionar una protección integral feminista a las defensoras para que su lucha no menguara.
“Seguir en nuestras luchas, defender el espacio de participación y construir poder colectivo es imprescindible para protegernos y seguir haciendo lo que hacemos”.
Pero ¿qué es la protección integral feminista para la IM-Defensoras? Se trata de que todas las respuestas y estrategias se gestan a partir de la premisa de que las violencias que se ejercen contra las defensoras tienen características específicas, es decir, “la violencia viene con una dimensión de género” y requiere de un tratamiento particular.
La Iniciativa busca contar con un rango de acción lo suficientemente amplio, ya que no sólo se trata de alejar a las defensoras del riesgo inmediato sino de proveerles de las herramientas necesarias para desarrollar un plan de seguridad completo, así como del apoyo psicosocial que tanto ellas, como sus organizaciones y sus familias necesitan en el proceso.
Las dimensiones políticas más potentes de la protección a la que se ha hecho referencia es el autocuidado, el cuidado colectivo y la sanación; éstas a su vez definen el nivel de seguridad que se obtiene a nivel individual y grupal:
“Si el mandato del patriarcado es cuidar a los otros, el cuidarnos a nosotras mismas y entre nosotras, entre mujeres, es en sí un desafío a esa lógica del sistema patriarcal” – Lydia Alpízar
El cuidado colectivo también ha consistido en contar con los recursos necesarios para llevar a cabo desplazamientos. Reubicar a las defensoras fuera de su país ha sido una necesidad de primer orden, sobre todo en los casos de Honduras y Nicaragua. La Iniciativa cuenta ya con diversas casas de acogida en varios países de la región y una casa de descanso llamada Casa La Serena que funge como un espacio de recuperación y respiro para las defensoras que han sufrido un grave desgaste físico y psicológico. Para Alpízar la protección más efectiva es la que deviene colectiva. Cuando es tan evidente la violencia que se está enfrentando nos necesitamos las unas a las otras.
“Las redes salvan. Sí, siempre trabajar con colectividades diversas es complejo, pero nos queda muy claro el poder que tiene el a-cuerparnos, trabajar juntas y asumir la protección como una cuestión colectiva, como una necesidad, pero también como una herramienta política de lucha”.
La documentación y la recolección de datos sobre las agresiones que ha llevado a cabo IM-Defensoras permite saber más sobre los colectivos en riesgo, el perfil de los agresores, si denuncian o no los ataques, qué pasa cuando denuncian, si los casos están en la impunidad o la calidad del acceso a los mecanismos de justicia.
El Registro Mesoamericano de Agresiones contiene indicadores que permiten caracterizar si la defensora pertenecía a una zona rural o a una urbana, su edad, si tenía hijos/hijas, si estaba casada o no, su orientación sexual e identidad de género, “estos datos nos permiten caracterizar de forma mucho más clara la violencia para poder denunciar, pero también para construir estrategias más adecuadas”.
Estos indicadores a la vez han permitido afirmar sobre una base estadística que la violencia contra las defensoras tiene direcciones de género muy claras, un ejemplo son las campañas de desprestigio basadas en mandatos de género o en el comportamiento o la orientación sexual de las defensoras. Incluso esta violencia muchas veces no la ejercen solamente agentes estatales, sino también sus familiares y compañeros de lucha, en cualquiera de los casos, estos ataques buscan desarmar y desarticular su activismo.
Por otro lado, los informes bianuales, la emisión de alertas, comunicados y boletines han sido parte indispensable de una estrategia de comunicación de la IM-Defensoras la misma que ha procurado la visibilidad y el posicionamiento de agendas sobre los derechos humanos de las defensoras a nivel nacional y regional. Para Lydia el trabajo de incidencia que han realizado por medio del Sistema Interamericano de Derechos Humanos de la CIDH y del Sistema Universal de Protección de los Derechos Humanos de la ONU ha sido de vital importancia.
“Reconocer las necesidades de género en los marcos de protección es súper importante porque en principio estos fueron construidos con una visión de lo humanos como masculino; eso tiene implicaciones, por ejemplo: en un desplazamiento hacia otro país sólo se considera desplazar a un defensor, hombre y sin hijos”
Para IM-Defensoras el objetivo final no es la protección en sí misma sino el fortalecimiento de movimientos políticos donde las mujeres, primero, se identifiquen como defensoras porque eso las apropia de un derecho y después reconozcan que las agresiones vienen de un sistema que busca minar la posibilidad de manifestación y disidencia. Ya sea desde la defensa de la tierra, de los cuerpos, de los derechos LGBT+ las defensoras necesitan contar con herramientas de protección colectiva que les den la posibilidad de seguir resistiendo y defendiendo lo ganado.