[vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]Uno de los mitos más ridículos -y peligrosos- del patriarcado es aquella frase que dice que no hay peor enemiga de una mujer que otra mujer. Y es que esta noción se derrumba con un solo vistazo al amor, el cuidado y el acompañamiento que permean las relaciones de todo tipo entre morras: un amor múltiple que es resistencia y que se opone a un sinfín de expectativas de rivalidad, hipocresía y traición que se nos han querido inculcar. [/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8931″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]Este cuestionamiento de los estereotipos de mujeres que sólo saben ser rivales se manifiesta en uno de los clásicos modernos de las películas sobre adolescentes: Chicas pesadas (Mean Girls, 2004). La historia es más que conocida: Cady creció en algún lugar de África y fue educada en casa. Cuando llega a una escuela en Estados Unidos se enfrenta con un salvajismo adolescente donde las tribus escolares, conformadas por estereotipos y prejuicios, se enfrentan despiadadamente día con día. Conoce así el mundo de las chicas, donde hay traiciones, boicots, insultos disfrazados de halagos, envidias y muchas más manifestaciones de violencia.
Más allá de pretender convertir esta fábula adolescente en un enfrentamiento del bien contra el mal, la película plantea una exploración tan graciosa como aguda de los costos de crecer y desarrollarse en ambientes donde reina la hostilidad entre mujeres. Pone sobre la mesa las relaciones de poder que se erigen a partir de convenciones perpetradas por el entorno y por el sistema: ciertos atributos físicos o sociales permiten que unas se coloquen por encima de otras en una jerarquía donde las divisiones tajantes terminan por debilitar a todas.
La violencia se manifiesta de múltiples formas y el patriarcado encuentra maneras de encarnarse incluso entre mujeres. Regina George y sus secuaces son un gran ejemplo de esto: la violencia simbólica que ejercen diariamente entre ellas mismas y hacia sus compañeras abarca desde comentarios pasivo agresivos hasta el infame “Burn Book” donde, con palabras aparentemente inofensivas humillan a sus enemigas sin un ápice de culpa (y eso que la historia sucede un par de años antes del nacimiento de Twitter). Cuando todo se descontrola y el contenido del libro se propaga infringiendo dolor y causando consecuencias más allá del papel, se vuelve claro que este tipo de dinámicas nunca salen bien, que el tejido social sólo se debilita si nos desgastamos en enfrentarnos entre nosotras, que al final nadie gana a menos que detengamos la espiral de odio. [/vc_column_text][image_with_animation image_url=»8933″ alignment=»center» animation=»Fade In» border_radius=»none» box_shadow=»none» max_width=»100%»][divider line_type=»No Line»][vc_column_text]A estas alturas del partido ya sabemos de sobra que las palabras pueden convertirse fácilmente en armas peligrosísimas, que los discursos de odio hieren y matan, y que son impresionantemente contagiosos. ¿Cuántas veces no hemos repetido en nuestras cabezas aquellos términos y adjetivos que nos han sido dirigidos con el objetivo de dañarnos? ¿Cuántas veces no hemos caído en esa espiral de odio, tanto hacia otras como hacia nosotras mismas? Al patriarcado le funcionamos más aisladas, divididas, solas. Habría que reformular aquella frase: no hay peor enemigo de una mujer que el patriarcado, que se cuela en tantos rincones y sostiene tantas estructuras. Pero, ¿qué creen? Lo vamos a tirar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]