Un sentimiento sonoro: día de la Radio 

Feb 13, 2024

Mi primer recuerdo con la radio (que luego se convirtió en refugio) es el de oír a Ramón Ayala en la pequeña radio de pila de mi abuela. Mientras yo estaba en su regazo, ella remendaba algún calcetín, atendía su puesto de dulces afuera de la clínica del seguro y escuchaba esas rolas que le recordaban su pasado y su tierra… tierra a la que jamás volvió ni ella, ni mi madre, ni yo. 

Luego, la diabetes la dejó ciega y la vida la dejó soltera o viuda, no sabemos… pero el radiecito de pilas fue su compañero perfecto. La recuerdo siempre contagiándome la nostalgia y la alegría de escuchar la música de su historia.

En mis tiempos (jaja), la radio era el mejor acceso a música genial que difícilmente se encontraba en otro lado. Y sí, soy de la generación que corría a grabar en cassette la rola que me gustaba. La estación Rock 101, programó por mucho tiempo clásicos y revelaciones, y me permitió escuchar canciones y bandas que ahora son el soundtrack completito de mi vida.

En la Universidad, junto con más banda, armamos un programa de música que transmitimos en una impresionante cabina de la XEW. Ahí escuché en vivo el legendario sonido del vibráfono que se usaba para identificar a esa emisora junto a la famosa frase «XEW, La voz de América Latina desde México».

Frente a la ansiedad y el miedo que me produce hablar en público, la radio me dio un espacio placentero y seguro para expresarme y para hablar públicamente de mis intereses y aprendizajes. La radio me permitió escuchar mi propia voz. También me dejó viajar a varios lugares para dialogar con otras periodistas sobre periodismo y feminismos. De ellas, de quienes llevaban los programas, aprendí, me inspiré y me fortalecí. Este formato sonoro me permitió hablar y dialogar incluso sin estar cara a cara.

En 2009 estuve en una radio clandestina en Honduras luego del golpe de Estado, en ella la resistencia pudo “seguir diciendo”, y ahí, en el terreno, me explotó la cabeza y el corazón al conocer las radios comunitarias y su potente función. Aprendí que había radio rebelde, radio de música, radio emergencia, radio abrazo, radio reflexión, radio comunidad. 

De todos los medios que hay que okupar, para mí la radio es el más tierno y seductor, en el que la imagen y el estereotipo se anulan completamente para oír directo el pensamiento y la voz de alguien, su música, el aviso, su historia… y así, en 2014 este medio me hizo enamorarme de una conductora feminista de una radio comunitaria en Cuernavaca, Radio Chinelo.

La radio despierta todos mis sentidos, me acompaña y abraza mientras me permite hacer otras cosas sin sentirme invadidx y alienadx como con la tele o las redes. También nos permite viajar, ir al pasado, oír el presente e intuir el futuro; hoy podemos saber qué escuchan lxs norcoreanxs, o escuchar a Radio Colifata, hecha desde un hospital psiquiátrico en el que lxs pacientes participan, una especia de podcast que quien sea puede construir con tecnologías asequibles.

Feliz día y larga vida a quienes okupan, resisten, se rebelan, se expresan y pelean la existencia de sus propios mundos; a las radios comunitarias, a lxs radialistas que aprovechan el espectro, ese fierrito radioeléctrico que nos es nuestro, que nos pertenece, y a todes quienes de afuera y dentro mantienen viva la cajita mágica. 

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