Imaginar: una propuesta ética de lucha

Mar 31, 2025

Por: Concha Armas

“Imagino, que un día cualquiera, 

igual de caliente como tantos otros,

voy a dejar de sobrevivir, 

voy a tener la  fuerza para vivir 

sin miedo a nombrarme,

sin miedo a caminar con colores sobre los labios.”

Imaginarios

Soy Concha, una mujer trans nicaragüense, ahora migrante en El Salvador, y soy escritora. Escribir para mí es un acto visceral. Escribo desde la digna rabia en mi estómago y escribo mi historia contada en primera persona como una estrategia de memoria y una herramienta que me permite resistir a las violencias de mi contexto. 

Durante los últimos años, específicamente desde 2018, Nicaragua vive situaciones sociales y políticas convulsas. Centroamérica en definitiva es un territorio donde  la violencia estatal legitima el odio, la exclusión y la discriminación, instalando estas prácticas en los sistemas de creencias y dificultando el acceso a derechos y oportunidades para personas con experiencias de vida que se situan fuera de los modelos hetero-cis patriarcales. En estos últimos casi siete años enfrentándome a duelos múltiples, al desarraigo, las rupturas y el no sentirme parte de nada, imaginar otros multiversos posibles donde pueda existir sin miedo a vivir, se ha convertido en un ejercicio de esperanza.

Pero, ¿qué es imaginar?, ¿por qué es necesario?

Imaginar para mí es como dibujar, todas las personas podemos hacerlo. Es hacer rayones sobre el papel, un proceso creativo que nos permite tomar la información sobre la realidad que vivimos y construir perspectivas completamente diferentes (o no), es jugar con todas las realidades. Cuando logramos usar la imaginación para pensar en otros futuros posibles gestionamos nuestras emociones, vemos con más claridad los retos de nuestra realidad inmediata y los recursos con los que contamos para enfrentarlos.

Frente a la crisis, es más importante imaginar que saber (se los dice una mujer que vive con ansiedad crónica y cuyo superpoder es sobre pensarlo todo).

Imaginar es un acto personal que nos permite conocer otras realidades y abandonar siquiera por un momento, el caos en el que vivimos. Es un ejercicio que nos permite colocarnos en situaciones más amables y recobrar la esperanza ante la incertidumbre. Es también una propuesta colectiva de lucha radical para sostenernos desde la solidaridad y la ternura, para colocarnos en futuros más dignos, libres y felices. Como movimientos sociales, pensar en nuestros territorios soñados, nos posibilita planificar estrategias de acción que apuesten por transformaciones profundas en las comunidades que habitamos.

Pero, ¿cómo le decimos a una trabajadora sexual o a una mujer racializada que imaginar es importante cuando viven preocupadas por sobrevivir cada día?, ¿Entonces imaginar es un derecho o un privilegio?

En 1929, Virginia Woolf, en Una habitación propia, propone “que una mujer debe tener dinero y una habitación propia si se dispone a escribir”, personalmente creo que en 2025 esta frase aún es vigente para las mujeres y las disidencias: imaginar y narrar nuestros viajes a través de estos ejercicios es algo que olvidamos y no nos podemos permitir cuando vivimos situaciones de empobrecimiento, rechazo y violencia crítica, cuando las intersecciones que nos atraviesan nos llevan a vivir experiencias acumulativas de odio social, haciendo de la sobrevivencia nuestra rutina. Además (y no me lo van a negar) hay días en los que nos hartamos de sobrevivir, nos cansamos de los conceptos políticos-colectivos que nos dicen que la resiliencia es la única forma de sobreponerse  a las dificultades.

Resulta necesario entonces, iniciar por transformar la cotidianidad. Lucia Sandoval, codirectora  de Intrasentido, me cuenta que imaginar “es un asunto de justicia epistémica, porque hay solo algunos imaginarios que se asumen como válidos”, y vos y yo sabemos que eso no es verdad, que existimos muchas personas viviendo en las periferias que nos merecemos pensar en futuros más alentadores y narrar nuestra historia en primera persona. 

Para Lucía, la apuesta es compartir herramientas, iniciar por ejercicios sencillos que sacudan un poco nuestra cotidianidad y nos inviten al cuestionamiento. Si querés disfrutar de esta aventura, te dejamos algunos ejercicios que puedes hacer para dejarte imaginar aún en contextos complejos:

  1. Imaginá 10 años en el futuro, no pensés en grandes cambios, inicia por describir tu rutina cotidiana. ¡Vamos a jugar con los escenarios!
  2. Alimentá tu imaginación de espacios diversos, revisa historias o productos de comunicación que quizás no sean tus favoritos pero que te abran a un  panorama diferente.
  3. ¡El aburrimiento es importante!, aprender a renegar un poco de los mecanismos de distracción, es útil.
  4. Intentemos pensar en nuestra realidad tal como es pero cambiemos un solo elemento, puede ser tan surreal o cotidiano como lo deseemos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si mañana en tu país ya no se come carne de vaca o qué pasaría si mañana se abre un nuevo río?

Recordá que imaginar nos permite nombrar el mundo que es posible porque la memoria, la realidad y el futuro son parte del mismo espectro.

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