¿Cómo se arrebatan los derechos? ¿Cómo se enfrenta a quienes usan la vida de las mujeres como moneda de cambio? ¿Cómo se resiste ante una embestida antiabortista y religiosa? La respuesta para las feministas de Nuevo León, es una: HAY QUE PONER EL CUERPO.
Eso fue lo que hicieron a inicios de marzo,cuando sin avisar y sin discusión de por medio el Congreso estatal reformó la constitución local para proteger la vida desde la concepción. Y aunque perdieron esa batalla, la solidaridad, redes y unión que crearon en ese momento se mantendrán firmes para
En Luchadoras hablamos con Ana González, líder de opinión y feminista, y Stefanía Bárcenas, integrantes del Colectivo “Hablemos de aborto”, quienes nos compartieron la experiencia de resistir desde la colectividad, las generaciones, los conocimientos y la manada.
MARZO ¿MES DE LA MUJER?
El pasado 6 de marzo, como si estuvieran haciendo una burla de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el Congreso de Nuevo León tuvo una sesión que las feministas califican de sorpresiva, pues de “un día al otro”, se avaló en el pleno una reforma constitucional, que podría implicar un retroceso en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, lo que ha ocurrido en otros estados de la república.
De acuerdo con el Colectivo, el procedimiento de aprobación violó algunos reglamentos internos, pues no hubo una discusión pública, que es necesaria al ser una reforma de ley, no se realizaron encuestas ciudadanas, la discusión no pasó por otras comisiones como la comisión de género, o la comisión de derechos humanos.
Ana y Stefanía aclaran que aunque ahora se proteja la vida desde la concepción, las mujeres pueden abortar bajo ciertas circunstancias, pues las tres causales que están actuales vigentes en el estado de Nuevo León van a seguir tal cual. Estas son: por grave daño a la salud, peligro de muerte y violación.
El problema con esta reforma, señalan, es que siempre el Estado ha sido omiso a sus obligaciones y ahora se legitima aún más un estigma hacia las mujeres que deseen practicarse un aborto, o incluso a las que tengan un aborto espontáneo. Y en las instituciones de salud se les va a negar este acceso, “¿por qué? porque en el imaginario social está criminalizado”.
SE LLENÓ DE VERDE EL CONGRESO
“Nos mandaron a decir que nos calláramos pero llenamos de verde el congreso”.
“Hubo un momento donde ya les di la espalda a los que estaban hablando en el pleno. Y me fui para atrás. Cuando bajé las escaleras del pleno y escuché la batucada, fue como una migración de energía positiva"
Ese 6 de marzo, las feministas de Nuevo León despertaron alertadas por la afrenta a la vida, decisión y cuerpos de las mujeres que estaban por enfrentar, pero supieron responder con fortaleza y con solidaridad. Una ola verde se manifestó en las instalaciones del congreso; de acuerdo con el relato en la sala en dónde tuvo lugar la sesión, si bien se encontraban personas “rezando el rosario e invitándonos a tener hijos”, la fuerza feminista hacía más ruido, decenas de mujeres estuvieron presentes con sus pañuelos verdes.
“Ya Basta”, es lo que se podía leer en los ojos de las aliadas que acudieron al congreso, recordó Ximena quien también se sintió inspirada por la diversidad de edades que había entre sus compañeras, por las jóvenes que estaban ahí gritando “aquí estoy y no voy a esperar a que me autoricen hablar”, por quienes ya llevan más años defendiendo la vida y seguridad de las mujeres en un estado como Nuevo León, en donde la violencia contra las mujeres se traduce en una cifra de 4 violaciones sexuales denunciadas diariamente.
Pereda relató que si bien diputados y diputadas se negaron a dialogar con el movimiento feminista y a escuchar otros argumentos, si lograron cambiar la intención del voto de 8 de ellos, “les explicamos que en este momento histórico en donde las mujeres estamos cada vez más preparadas para defender nuestros derechos la mera abstención no basta y hay que posicionarse en contra”.
Ximena, al igual que la mayoría de sus compañeras, lloró. Sus lágrimas no fueron provocadas por la tristeza, si no por la rabia e indignación y también por el temblor que les provocaba en el cuerpo el sonido de una batucada feminista que nunca paró, “la música y los cantos se escucharon todo el tiempo en la sesión, aunque ellas estuvieran en la calle”.
De acuerdo con las integrantes del colectivo “Hablemos de Aborto” las lágrimas también fueron esperanzadoras, pues en ese momento se identificaron con otras mujeres, “hay mucho capital político, nuevo, renovado, este… y pues sabemos que la lucha va a seguir y que no termina aquí. Puede ser una batalla perdida, pero no van a ganar la guerra”.
“Sabemos que ahora hay chicas de 16 o 17 años que están presentes en las manifestaciones, pero el hecho de que ellas estén tan activas y tan participativas, también tiene que ver con un trabajo que ha sido constante a lo largo de muchos años. Tal vez no éramos tantas, o tal vez, la información no era tan fácil de llegar, pero no creo que sea como un trabajo desvinculado o desligado a las mujeres que hace 20 años, 30 años, hicieron esta misma lucha y estaban presentes ahí. Que también sus ojos estaban llenos de lágrimas de frustración porque insistimos no eran lágrimas de derrota, eran lágrimas de enojo y de frustración”.
SEGUIR LUCHANDO
Si bien la andanada derechista ganó una batalla, las mujeres de Nuevo Léon tienen muchas otras estrategias y apuestas por delante. El Colectivo le apuesta a la información y al reconocimiento de lo que está protegido más allá de las decisiones de un congreso local, “ya sabemos que vivimos en un estado conservador, pero hay leyes internacionales que nos avalan y están por encima, nosotras apostamos a la despenalización social del aborto. Independientemente si hay leyes o no, pues no vamos a permitir que una ley esté regulando nuestro cuerpo y nuestra autonomía y nuestras decisiones”.
Junto con otras organizaciones del estado, ellas dan información sobre lo que es un aborto en casa, un aborto con medicamentos, y aseguran que la información va a seguir circulando, pues “es un compromiso que como feministas hemos agarrado, porque nos interesa que estas leyes, no sean provocadoras de más mujeres penalizadas, o más mujeres en una situación de salud riesgosa”.
Esta colectiva está por inaugurar una escuela comunitaria de aborto, que dura un año y tiene como objetivo formar mujeres agentes de cambio, que se preparen conscientemente en todos los temas que involucran el aborto desde las leyes, los derechos humanos, la medicina, la biotecnología, la psicología, la ética, hasta el cuidado.
“Hablemos de aborto” trabaja desde el 2018, momento en el que existía una desvinculación de las compañeras, “nos empezamos a organizar. No había un movimiento feminista. […] Permaneció, donde éramos unas cuantas, y ahora esas unas cuantas somos unas cientos cuantas y va a crecer, esta marea verde no la van a detener”.