Más allá de mover el cuerpo, el deporte mueve el corazón, te impulsa todos los días a fijar y alcanzar nuevas metas. Para algunas niñas mazahuas el futbol es el deporte que las mueve a conocer más sobre sus derechos, romper con los estereotipos que las limitan, y construir nuevas historias.
Soñar en libertad en comunidades indígenas no siempre es fácil, se crece rodeada de estereotipos y no siempre en las mejores condiciones de vivienda o de economía, pero en esos contextos hay sueños y esperanzas que se materializan cada vez que un balón de futbol se pone a rodar en la cancha.
En Voces de Mujeres Montse Tapia nos presentó a “Mechita”, una joven mazahua que desafía todos los estereotipos de género de su comunidad a través de dos actividades vistas como “exclusivas” de los hombres:: vender barbacoa y jugar futbol.
Hija menor de 16 hermanas y hermanos, al morir su padre, Mechita asumió el negocio de la barbacoa, aprendió a destazar y cortar la carne, prepararla y meterla al horno de piedra, cada domingo instala un puesto para vender en el pueblo su preparación.
Pero lo que más disfruta Mechita es jugar futbol, un deporte que comenzó a practicar a los 13 años y en un equipo de varones. Actualmente juega para el equipo de Mujeres Lucha y Derechos Para Todas (MULYD), una organización que ha convertido el fútbol en un medio para que las niñas mazahuas del Estado de México conozcan sus Derechos Humanos y salgan de los entornos violentos y machistas donde han crecido.
Ahora para Mechita no hay imposibles, sabe que puede lograr todo lo que se proponga y que el futbol también es una forma de conquistar, reconocer y reivindicar su cuerpo.