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[nectar_dropcap color=»#a02b88″]E[/nectar_dropcap]l movimiento de 1968 demostró la importancia del quehacer periodístico. Los diarios oficiales abrieron pocos espacios críticos para hablar del poder y contra la represión. En los momentos que periódicos como; El Heraldo de México, La Nación y El Universal, comentaron la violencia que el Estado ejercía contra los y las estudiantes, la nota iba acompañada de críticas que justificaba la necesaria represión del poder. Al cuerpo estudiantil se le acusaba de actuar a manera “desorganizada”, “rebelde” y “vandálica”.
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Archivo Histórico, Excelsior
[/vc_column_text][vc_column_text]Excélsior, el 19 de septiembre público; “Ciudad Universitaria fue ocupada anoche por el ejército […] los estudiantes han ejercido el derecho de plantear demandas públicas; pero también desde el anonimato han planeado y ejecutado actos antisociales y delictivos”. Así, el 30 de septiembre, las páginas del mismo Diario festejaban la salida pacífica del ejército desde el enfoque oficial y citando las palabras anteriormente enunciadas tras la manifestación del 27 de agosto en Tlatelolco por el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán “la ocupación no favorecía ni a los estudiantes, ni al Ejército”, demostrando el pleno apoyo al Ejército y al presidente Gustavo Díaz Ordaz. De acuerdo al análisis hemerográfico realizado por Aurora Cano Andaluz, con excepción del Excélsior y El Día, que muestran una defensa a la causa estudiantil (48% y 57%), aunque con algunos artículos firmados en contra (9.5% y 7%),los medios escritos redujeron el enfoque a una visión de juicio hacia los estudiantes.
La información estaba politizada. El Sol de México por ejemplo no cuenta con artículo alguno que juzgue la incidencia del Estado. El 3 de Octubre en portada publicó; “Responden con violencia al cordial llamado del Estado. El gobierno abrió las puertas del diálogo”. La nota mencionaba un número mínimo de muertos, entre los que destacaban un General, 11 militares y 2 soldados, sin mayor reflexión el número de civiles era reducido tan solo a 20. Nuevamente se aplaudía la afable petición del Secretario de Defensa Nacional a los padres de familia para que “procuren controlar toda actividad anárquica de sus hijos”.[/vc_column_text][vc_column_text css_animation=»slideInRight»]
Archivo Histórico, El Sol de México
[/vc_column_text][vc_column_text]Así mismo el 3 de Octubre El Universal publicó, “Tlatelolco, campo de batalla”, se leía “La Plaza de las Tres Culturas […] se convirtió en campo de batalla entre miembros del Ejército y grupos de agitadores y terroristas”. A pie de una fotografía Jorge Avilés escribió; “Protegidos por el Ejército, niños, mujeres y hombres abandonaron la zona de Tlatelolco, víctimas inocentes habían sido sorprendidas por el ataque que francotiradores lanzaron contra el Ejército.” No se habla de los estudiantes, se les etiqueta de “terroristas” y “agitadores”, al Ejército se le pinta de mártir, cuya notable labor fue excepcional al proteger a la ciudadanía. El Heraldo igualmente se pronunciaba a favor de las tropas, lamentando el ataque a la autoridad; “Sangriento encuentro en Tlatelolco, 26 Muertos y 71 Heridos […] Francotiradores dispararon contra el Ejército: el General Toledo lesionado”.Aún tras la matanza del 2 de octubre, los medios se mantenían al margen, un pilar más del control político.Aquel día, citando a Rosario Castellanos, “La plaza amaneció barrida” y la exculpación del Estado seguía presente en los periódicos. En las primeras planas de los diarios de importancia se escribía con distancia y justificación de los hechos. Sin embargo también había publicaciones alternativas como La Gaceta, hecha por los y las estudiantes que fungía como Boletín informativo del Comité Coordinador de Huelga de la UNAM.
A pesar de esto, la omisión de hechos era evidente, no se hablaba de los halcones, de las bengalas, del forzado desalojo, ni de la violencia ejercida no sólo a los y las estudiantes sino a las familias que habitaban el residencial de Tlatelolco. La prensa dependía y por tanto formaba parte del sistema político mexicano. Como dice Daniel Cosío Villegas, “en vez de funcionar como grupo de presión del gobierno mexicano, la prensa era una sumisa comparsa”, respaldado continuamente la versión “oficial” de los hechos.[/vc_column_text][vc_column_text css_animation=»slideInLeft»]
Archivo Histórico, El Universal
[/vc_column_text][vc_column_text]Después del 2 de octubre se pudieron leer críticas a las acciones del gobierno. Laura Bolaños pronunciaba el 9 de Octubre en la publicación, Sucesos para Todos; “en México estamos tan poco acostumbrados al ejercicio de las libertades democráticas que […] hacer críticas abiertas al gobierno […] ha sido motivo suficiente para que de hecho se suprimieran las garantías individuales”.Así como días más tarde el periódico Excélsior se veía obligado a retractar el anterior esquivo uso de palabras, José Alvarado escribió; “Los estudiantes querían hacer de México morada de justicia y verdad […] Un país libre de la miseria y engaño”. Sí, los y las jóvenes eran finalmente redimidas pero la falta de datos continuaba. Los medios no investigaron, no analizaron, no profundizaron en las causas del conflicto, se desconoce el número real de muertos y desaparecidos. Los periódicos fueron voces tolerantes de la masacre. Resulta alarmante que hasta la fecha las preguntas sin respuesta siguen presentes.
Elena Poniatowska fue precisa; “Los mexicanos, amedrentados o indiferente, nos hemos empeñado en borrar hechos, en negar acontecimientos aunque acaben de suceder”.Más allá de lo dicho por los medios populares, de lamentar las muertes, de convocar a la paz, de exigir comprensión, y de proponer darle la vuelta a la imagen de la represión, afortunadamente existieron otras medidas para dar a conocer con veracidad los hechos.[/vc_column_text][vc_column_text css_animation=»slideInRight»]
Tlaltelolco 10 veces, Elena Poniatowska. Revista Fem, 1972
[/vc_column_text][vc_column_text]Con panfletos, periódicos murales, comunicados, conferencias de prensa, cartas abiertas, manifiestos, volantes, caricaturas, volantes, periódicos mimeografiados, mantas, canciones de protesta, discursos a mitad de la calle y expresiones cinematográficas, los y las estudiantes encontraron medios alternativos de comunicación. El movimiento estudiantil sin duda se relaciona a la labor periodística. La libertad de expresión que consiguió la población estudiantil demostró las limitantes a las que como país estamos sujetos. Puntualmente marcó una generación de jóvenes que querían dos cosas; objetividad y verdad.
Material Consultado
Hemerografía:
Excélsior
El Día
El Universal
La Nación
Por Qué?
Sucesos
Revista Fem
Archivo:
Archivo Histórico de la UNAM
Archivo General de la Nación
Archivo Ana Victoria Jiménez[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]