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Ana Ignacia Rodríguez
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[/vc_column_text][vc_column_text css_animation=»fadeIn»]Ella prefiere que le digan «La Nacha», a sus 72 años es la última sobreviviente de las cuatro líderes mujeres que estuvieron encarceladas después de participar en la manifestación de la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968. Estuvo detenida en el penal de Santa Martha Acatitla durante dos años, sin embargo, sus ganas de seguir luchando nunca menguaron. La Nacha fue brigadista y jefa de finanzas del Comité de Lucha de la Facultad de Derecho y líder dentro del Consejo Nacional de Huelga (CNH). Desde hace medio siglo ha dedicado su vida a denunciar las injusticias sociales y a visibilizar el papel de las mujeres, de las presas políticas y de las madres y hermanas de personas desaparecidas en el 68. Además, como parte del Comité 68, participó en el primer juicio en contra de Luis Echeverría.
“El anhelo de justicia y del castigo a los responsables, nunca lo vamos a perder, no sólo por nosotras sino por las generaciones que vienen”
La Nacha
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Rosario Ibarra de Piedra
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Fuente: Desinformémonos
[/vc_column_text][vc_column_text]Es imprescindible cuando se quiere realizar un homenaje a la lucha que, desde la llamada Guerra Sucia hasta el día de hoy, vienen llevando a cabo cientos de madres de personas desaparecidas en el país. Su hijo, fue detenido y desaparecido el 18 de abril de 1975, este hecho y la dificultad a la que se enfrentó para esclarecer el caso, la obligó a iniciar su activismo político. Pero ¿de qué manera se vincula Rosario Ibarra con lo ocurrido en 1968? En este esfuerzo individual por encontrar a su hijo, fue conociendo a más familiares de personas detenidas y desaparecidas, especialmente a madres, también entró en contacto con organizaciones que luchaban por la libertad de los presos políticos. Poco tiempo después, en 1977, Ibarra fundó el Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, mejor conocido como Comité ¡Eureka! Y es justamente uno de los principales señalados por esta organización, el expresidente Luis Echeverría Álvarez, acusado de genocidio por la matanza estudiantil de Tlatelolco, aunque fue exonerado, el comité nunca ha dejado de lado la búsqueda por la justicia.
“No nos mueven odio ni venganza, queremos justicia. Por eso, a la par que luchamos por ella seguiremos gritando hasta triunfar: ¡ni olvido ni perdón!”
Rosario Ibarra de Piedra
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» top_padding=»3%» bottom_padding=»3%» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none» shape_type=»»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]
Luz María Aguilar Térres
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Fuente: El Heraldo de Chihuahua
[/vc_column_text][vc_column_text]Luchadora incansable y sobreviviente del 2 de octubre es Luz María Aguilar Térres, fue integrante de la Liga Comunista 23 de septiembre, brigadista y representante ante el Comité de Lucha en el movimiento. Su testimonio sobre la matanza ha sido esencial para reconstruir lo que sucedió aquella noche de octubre. Luz María ha mencionado que su único horizonte es la lucha social y su urgencia por cambiar el mundo. Como activista formó parte de los movimientos libertarios de los setentas, que se posicionaron en contra de la Guerra Sucia, principalmente. Como antropóloga se ha dedicado a recopilar testimonios de sobrevivientes y a rescatar las biografías de decenas de mujeres mexicanas que lucharon activamente en las guerrillas en la segunda mitad del siglo XX.
“El movimiento del 68 fue una escuela de aprendizaje”
Luz María Aguilar Térres
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» top_padding=»3%» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none» shape_type=»»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]
Esmeralda Reynoso
[/vc_column_text][vc_column_text]A sus 16 años, Esmeralda Reynoso presenció “El Bazucazo” que derribó la puerta de su escuela, la prepa 1 de la UNAM. Después de lo ocurrido no vio otra opción más que formar parte del movimiento estudiantil, en poco tiempo fue elegida como representante de la escuela ante el CNH. Después de formar parte de marchas emblemáticas como la del 13 de septiembre, a la que, por cuestiones de seguridad tuvo que asistir acompañada de su padre, fue detenida durante la toma de CU junto a otras mujeres, entre ellas madres de familia que estaban en una sesión informativa dentro de la universidad. Durante el interrogatorio donde se discutía sobre su libertad, fue violentada física y psicológicamente.. Ella recuerda este episodio de su vida con rabia e indignación, pero también con la fortaleza que se necesita para seguir luchando. Hace dos años aceptó ser coordinadora del Memorial del 68 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco por medio del cual buscó contar la historia de las mujeres que formaron parte del movimiento.
“Mi participación en el 68 no fue una decisión, fue parte de ser joven, de tener un poquito de conciencia y rechazar la violencia”
Esmeralda Reynoso
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